El Crimen de Gaztelu: La verdad se oculta en la sima
En un pequeño pueblo navarro, una madre y seis de sus hijos fueron asesinados en 1936, víctimas de un pacto de silencio que duró 80 años. La historia, inspirada en la brujería y la represión, revela uno de los episodios más oscuros de la Guerra Civil

El crimen de Gaztelu
Vitoria - Publicado el
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Gaztelu, una localidad de apenas 300 habitantes en la Navarra de los años 30, era un lugar de agricultura, ganadería y profundas creencias religiosas. Sin embargo, también estaba impregnado de mitos ancestrales, como los relacionados con la brujería, que recordaban los procesos inquisitoriales de Zugarramurdi. En este contexto, la escritora Dolores Redondo, conocida por su género “mistic noir”, encontró inspiración para su novela Las que no duermen. NASH, basada en el trágico destino de la familia Goñi Sagardía. “Hablamos de un pueblo de tradición religiosa, pero también de mitos ancestrales, como la brujería, que se entrelazan con los crímenes de la Guerra Civil”, explica César Charro, en COPE Euskadi.
Una expulsión injusta en tiempos de guerra
En agosto de 1936, apenas un mes después del golpe de Estado que desató la Guerra Civil, Juana Josefa Goñi Sagardía, de 39 años y embarazada de siete meses, fue condenada por el “batzarre”, un consejo comunitario de Gaztelu, a abandonar el pueblo junto a seis de sus hijos. Las acusaciones eran vagas: no asistir a misa, practicar ritos paganos relacionados con la diosa Mari, y cometer pequeños hurtos, como gallinas o frutas. Sin pruebas sólidas, la familia, la más pobre del pueblo, fue expulsada.
Juana, sola con sus hijos, se refugió en una borda abandonada a dos kilómetros del pueblo, sin recursos ni ayuda. Su marido y su hijo mayor, carboneros, trabajaban a 40 kilómetros y desconocían la situación. “No tenían tierras, ni casa, ni dinero. Vivían en la absoluta miseria, repudiados por todos”, relata Charro.
El horror en la sima de Legorrea
El 30 de agosto de 1936, una turba de vecinos rodeó la borda, la incendió y trasladó a la familia a la sima de Legorrea, una fosa natural de 45 metros de profundidad. Tras cuatro disparos y algunos gritos, Juana y sus seis hijos —Joaquín (16), Antonio (12), Pedro Julián (9), Martina (6), José María (3) y Asunción (18 meses)— desaparecieron. Durante décadas, el pueblo mantuvo un pacto de silencio, con rumores que sugerían que habían huido a Francia o que todo era un mito.
“Se oyeron cuatro disparos y cayeron siete personas. Al menos tres, probablemente las más pequeñas, fueron arrojadas vivas”

Homenaje a la familia Goñi Sagardía en Gaztelu
El hallazgo que rompió el silencio
No fue hasta septiembre de 2015, gracias a la Ley de Memoria Histórica y al trabajo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, liderado por el antropólogo forense Francisco Etxeberria, que los restos de la familia fueron encontrados en la sima. Tras limpiar toneladas de basura acumulada durante 80 años, los esqueletos confirmaron la verdad: un crimen impune perpetrado en el caos de la Guerra Civil. Sumarios abiertos en la época se centraron solo en la quema de la borda, sin investigar los asesinatos.
En 2017, Gaztelu rindió homenaje a las víctimas con una ceremonia en la sima y una escultura del artista Mikel Uriarte en el cementerio local. Sin embargo, los autores materiales nunca fueron identificados, y el pacto de silencio perdura entre los descendientes.

Imagen de la escultura que recuerda a la familia en el cementerio de Gaztelu
Un reflejo del horror humano
El caso de Gaztelu, como señala Charro, es un recordatorio de la brutalidad desatada por prejuicios, envidias y el clima de impunidad de la Guerra Civil. “¿Qué motivos pueden justificar matar a una madre y sus seis hijos? Ideología, envidias, rumores de brujería… Nunca lo sabremos con certeza”, lamenta.

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