"La Maté Porque Era Mía": El Crimen Machista de Faustino Méndez en Bizkaia
Faustino Méndez, de 60 años, asesinó a su mujer y a su hija en un acto de dominación machista en San Fuentes, Bizkaia. El caso, analizado por el experto César Charro, expone la cruda realidad de la violencia de género

Un crimen sin motivo más allá del machismo
Vitoria - Publicado el
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El 10 de marzo de 2020, Faustino Méndez, un hombre de complexión atlética y aficionado al kickboxing, cometió un doble asesinato que horrorizó a la comunidad de San Fuentes, un tranquilo barrio de Abanto, Bizkaia. Méndez, de 60 años, mató a su esposa, una bioquímica de 56 años, y a su hija Paola, de 24 años, quien estaba a punto de graduarse en Derecho Económico. Según la sentencia del Tribunal Supremo, el móvil del crimen fue puramente machista: las víctimas fueron asesinadas "por el mero hecho de ser mujeres".
“No existe una motivación clara para este crimen aparte de su ego enfermizo, de una persona tan machista que no podía soportar que dos mujeres le vieran fracasar”, explica César Charro, experto en crónica negra.
A ojos de los vecinos, la familia Méndez llevaba una vida apacible, pero algunos ya habían percibido el carácter controlador de Faustino. Presionó a su esposa para que abandonara su carrera como profesora, argumentando que las mujeres debían llevar "una vida tranquila". También desaprobaba que su hija estudiara Derecho Económico, una carrera que consideraba "territorio masculino". Su comportamiento agresivo, como golpear una pared por una comida que no le satisfizo, revelaba su naturaleza violenta. “Faustino se creía el centro del universo que constituía su familia. Cuando sus negocios comenzaron a ir mal, decidió que no merecía la pena que su mujer y su hija vivieran para verle fracasar”, detalla Charro.

El machismo es el único argumento detrás de este crimen
La Brutalidad de los Hechos
La tarde del crimen, Méndez llegó a su chalé y encontró a su esposa descansando en el sofá. Le introdujo un trapo en la boca, la ató y la golpeó mortalmente con una maza de demolición preparada previamente. Luego, la degolló para asegurarse de su muerte. Acto seguido, subió al piso superior, donde su hija Paola descansaba, y repitió el mismo acto atroz. Los cuerpos fueron descubiertos al día siguiente tras una llamada de las hermanas de Méndez, a quienes confesó los asesinatos, pidiéndoles cuatro horas para suicidarse.
Sin embargo, el jurado, compuesto mayoritariamente por mujeres, desmontó la versión de un intento de suicidio. Consideraron que Méndez calculó la ingesta de pastillas para ser rescatado a tiempo, una maniobra para buscar atenuantes. Fue detenido en un trastero en Portugalete, cerca de su domicilio, y trasladado al hospital, donde se recuperó rápidamente.
Una Defensa que No Convenció
En el juicio, Méndez se declaró culpable y relató los hechos con frialdad, alegando que mató a su esposa e hija porque "no estaban preparadas para vivir sin él". Su abogado intentó presentar un cuadro de enajenación mental, embriaguez y "suicidio ampliado por compasión", pero la magistrada María José Martín destacó la planificación y alevosía del crimen. El fiscal describió a Méndez como un "asesino frío" que actuó con desprecio hacia la indefensión de sus víctimas. “Méndez dijo que tuvo miedo de que quedaran paralíticas o subnormales si solo las golpeaba. Es una excusa que ilustra su mentalidad sexista y su percepción de las mujeres como seres débiles”, apunta Charro.
Finalmente, Méndez fue condenado a 44 años de prisión: 22 años por cada asesinato, con las agravantes de alevosía, parentesco y violencia de género.

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La Violencia Machista, un "Terrorismo de Nuestra Época"
El caso de Faustino Méndez no es un hecho aislado. Según datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, en menos de tres décadas, la violencia machista ha causado casi el doble de víctimas mortales que la banda terrorista ETA en 60 años. Este crimen pone en evidencia la necesidad de un debate urgente sobre las relaciones de género y la educación en igualdad desde edades tempranas. “Estamos ante una lacra, quizá el terrorismo de nuestra época. Es crucial educar a niños y niñas en igualdad para minimizar estos delitos”, reflexiona Charro.
El caso de San Fuentes deja un mensaje claro: la lucha contra la violencia de género requiere la implicación de toda la sociedad para denunciar y prevenir, especialmente en un momento en que los avances en igualdad están siendo cuestionados.