El peluquero ferrolano del Juan Sebastián Elcano se jubila tras 14 cruceros y revela su experiencia única a bordo: "Este barco te marca para siempre"

Vicente Faraldo es ferrolano y el peluquero del emblemático buque escuela Juan Sebastián de Elcano.

Nos atiende emocionado en un año muy especial: se despide del mar tras 14 cruceros con la Armada Española. Este 2025 culmina su último año a bordo, poniendo fin a una etapa que ha marcado su vida profesional y personal. 

“He sido un afortunado. Nunca imaginé vivir algo así”, confiesa Faraldo, que lleva desde 1992 vinculado a la Armada y desde hace 14 años ejerciendo como peluquero comisionado en el histórico bergantín-goleta. Junto a él, otros dos ferrolanos —un carpintero y un velero— completan el trío de civiles que embarca durante medio año cada temporada, para luego volver a su destino habitual en el Arsenal de Ferrol. 

 Una vida entre cortes de pelo, olas y confidencias  

El trabajo de Vicente va mucho más allá de cortar el pelo. En un barco donde la convivencia es constante durante meses, su silla se convierte también en un confesionario improvisado. “Se crean vínculos muy fuertes. Somos como una familia durante seis meses. Escuchas historias, compartes momentos duros y también alegrías. Eso une mucho”, relata.

En cada crucero, Vicente realiza una media de 12 a 15 cortes diarios, con picos que superan los 20 “pelaos” justo antes de llegar a puerto, cuando todos quieren lucir impecables. “Hay unos cortes estándar, nada de extravagancias. Todo dentro del reglamento naval”, aclara. Incluso las mujeres, aunque menos habituales en esta peluquería, acuden para sanear puntas y mantener el pelo recogido en moños. 

 Un día a bordo y la rutina de la mar  

Su jornada comienza temprano, con horario de mañana y tarde, y deja espacio también para el ejercicio físico —bicicleta estática, pesas, algo de lectura—, aunque con los años y el vaivén del barco, reconoce que se limita a lo que el cuerpo y el equilibrio permiten: "Yo ya no estoy para esto".

Pero no todo es calma. Faraldo recuerda con nitidez un temporal vivido en el año 2010, saliendo de Río hacia Montevideo: “Fue tremendo. Rompimos velas, el barco escorado… incluso otro buque privado canadiense se hundió. Pasaron más de 20 horas en las balsas hasta que fueron rescatados. Fue la peor noche de estos 14 años”. Aun así, asegura que nunca sintió miedo: hay respeto, sí, pero también mucha preparación y confianza en la dotación. 

 Momentos únicos… y un adiós especial  

Entre los recuerdos más especiales, Vicente destaca el último crucero, en el que coincidió con la princesa Leonor a bordo: “Fue un viaje muy normal, pero muy especial para mí. Era mi último, y tenerla a bordo… Se integró muy bien”.

También guarda en la memoria los lazos que ha forjado en cada puerto: amigos en Panamá, Nueva York, e incluso en el Círculo Gallego, que lo han acogido como a uno más. “Los gallegos estamos por todo el mundo, y siempre te hacen sentir como en casa”, afirma con emoción. 

 Lo que viene: tierra firme y familia  

Ahora, ya en tierra, Vicente tiene claro su próximo destino: “Disfrutar de mis nietas y devolverles el tiempo que les quité durante estos años. Se lo merecen”. Con la satisfacción del deber cumplido, se despide de un rol que, aunque modesto, ha sido fundamental para el día a día en el buque más simbólico de la Armada Española.

“Este barco te marca para siempre”, dice Faraldo. Y no hay duda de que él también ha dejado huella en la historia del Juan Sebastián de Elcano.