La historia real de Agustina de Aragón: la heroína que superó su propia leyenda

El historiador Òscar Uceda desvela en COPE la increíble vida de la artillera más allá del cañonazo de Zaragoza, una trayectoria militar que la convirtió en celebridad

Pocos saben que la llamada 'heroína de Zaragoza' era en realidad catalana. Nacida en Barcelona en 1786
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Agustina de Aragón

Agustina de Aragón

José Miguel Cruz

Barcelona - Publicado el

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La figura de Agustina de Aragón evoca una imagen legendaria: la de una mujer valiente disparando un cañón contra las tropas francesas. Sin embargo, esta icónica escena, que la catapultó a la fama durante los sitios de Zaragoza, es solo el prólogo de una vida mucho más compleja y fascinante. En el programa 'Herrera en COPE Cataluña', el historiador Òscar Uceda, de la asociación de historiadores Antoni Capmany, ha desvelado la historia no contada de una mujer cuya biografía real supera con creces la leyenda. La de una militar de carrera, fugitiva, celebridad internacional y una figura adelantada a su tiempo que se abrió paso en un mundo de hombres.

Fue bautizada en la basílica de Santa María del Mar, y su familia era originaria de Fulleda, un pueblo de Lleida.

Fue bautizada en la basílica de Santa María del Mar, y su familia era originaria de Fulleda, un pueblo de Lleida.

El origen catalán de la heroína de Zaragoza

Pocos saben que la llamada 'heroína de Zaragoza' era en realidad catalana. Nacida en Barcelona en 1786, su nombre completo era Agustina Raimunda Zaragoza y Domènec. Fue bautizada en la basílica de Santa María del Mar, y su familia era originaria de Fulleda, un pueblo de Lleida. Con solo diecisiete años, en 1803, contrajo matrimonio con Joan Roca Vilaseca, un cabo de artillería. Este enlace fue decisivo, ya que, como era costumbre en la época, Agustina acompañaba a su marido en sus destinos militares, lo que le permitió tener su "primer contacto con el oficio de servir para cánones", como relata Uceda.

En el contexto de la Guerra de la Independencia, iniciada en 1808, su marido participa en la batalla del Bruch. Ante el avance francés, el matrimonio decide que lo más seguro es que ella y su hijo pequeño se alejen del frente de batalla. Agustina pone rumbo a Zaragoza para alojarse en casa de su hermana, sin saber que, como describe el historiador, se estaba metiendo "del fuego a la brasas". Su llegada coincidió con el inicio del primer gran sitio de Zaragoza, uno de los episodios más cruentos del conflicto.

Agustina se presentó como voluntaria para llevar municiones y alimentos a los combatientes en primera línea.

Agustina se presentó como voluntaria para llevar municiones y alimentos a los combatientes en primera línea.

El cañonazo que forjó el mito

Lejos de ser una mera espectadora, Agustina se presentó como voluntaria para llevar municiones y alimentos a los combatientes en primera línea. Fue en una de esas misiones, el 2 de julio de 1808, cuando su vida cambió para siempre. Al llegar a la puerta del Portillo, se encontró con que los artilleros que defendían la posición habían muerto o estaban gravemente heridos tras un ataque francés. En un acto instintivo, "de forma reactiva", tomó el botafuego —una mecha larga— y prendió la pólvora de un cañón. La suerte quiso que el cañón estuviera cargado con metralla, y el disparo "causó una gran carnicería" entre las filas enemigas, que se batieron en retirada. Su valiente acción consiguió sostener la defensa en un momento crítico.

El general José de Palafox, al mando de la defensa de la ciudad, vio en el acto de Agustina una "oportunidad de marketing"

El general José de Palafox, al mando de la defensa de la ciudad, vio en el acto de Agustina una "oportunidad de marketing"

El general José de Palafox, al mando de la defensa de la ciudad, vio en el acto de Agustina una "oportunidad de marketing", en palabras de Uceda. Para levantar la moral de las tropas y de la población, se inventó una historia mucho más novelesca: la de que Agustina encontró a su amado moribundo junto al cañón y, en un arrebato de furia y patriotismo, juró venganza y disparó contra el enemigo. Esta versión propagandística fue la que se difundió y ha perdurado en el tiempo, convirtiéndola en un símbolo. De inmediato, fue nombrada subteniente de artillería con carácter honorífico, y ella misma abrazó su nuevo estatus, comenzando a firmar como "Agustina de Zaragoza".

Vio una oportunidad de marketing para hacer publicidad"

Una vida de película: militar de carrera, fugitiva y celebridad

Lo que la historia popular suele omitir es que, para Agustina, el cañonazo no fue un acto aislado, sino el inicio de una verdadera carrera militar. Según el historiador, "se lo tomó en serio" y decidió ser soldado profesional. Participó activamente como artillera en el segundo sitio de Zaragoza. Tras la caída de la ciudad, fue capturada por los franceses junto a su hijo, quien lamentablemente falleció durante el cautiverio. Sin embargo, Agustina no se rindió y al poco tiempo logró escapar.

Su huida la llevó a Sevilla, que en aquel momento era la capital de la resistencia española bajo el control de la Junta Central. Allí fue recibida como una auténtica celebridad. Toda la alta sociedad sevillana quería conocer a la 'heroína de Zaragoza', y su fama trascendió fronteras. El mismísimo Lord Byron la conoció y quedó tan impresionado que le dedicó un poema. Pero Agustina, cansada de fiestas y recepciones, solicitó su reincorporación al servicio activo en el ejército.

Fue destinada al frente de Cataluña, donde participó en la defensa de Tortosa.

Fue destinada al frente de Cataluña, donde participó en la defensa de Tortosa.

Fue destinada al frente de Cataluña, donde participó en la defensa de Tortosa. De nuevo, la fatalidad: la ciudad cayó y fue hecha prisionera por segunda vez. Y, por segunda vez, demostrando una audacia increíble, consiguió escapar. Esta vez, en lugar de unirse al ejército regular, se unió a la guerrilla en la zona de Castilla, combatiendo contra los franceses junto a la partida del 'Chaleco'. Más tarde, volvería al ejército regular para participar como artillera en victorias tan decisivas como la Batalla de Vitoria y la de San Marcial.

Se lo tomó en serio, llegó a ser oficial del ejército español"

El final de la guerra no trajo la paz a su vida personal. Reconocida y condecorada por el rey Fernando VII, se había convertido en lo que hoy llamaríamos una 'influencer' de la época. Fue entonces cuando surgió la noticia que provocó un "gran escándalo": su primer marido, Joan Roca, a quien creía muerto, estaba vivo. El propio rey tuvo que intervenir para que Agustina se separara de su nueva pareja y volviera con su esposo legal.

Su vida posterior siguió siendo tumultuosa. Tras la muerte de su primer marido, se volvió a casar, pero acabó separándose de su segundo esposo, una decisión muy poco común en el siglo XIX. Vivió sus últimos años junto a su hija, habiendo alcanzado un estatus y un reconocimiento que, según Uceda, la llevaron a ostentar un rango asimilado a general del ejército. Una "historia de vida tremenda e increíble", que demuestra la fortaleza de un personaje verdaderamente apasionante.

Òscar Uceda concluye señalando que, si bien Agustina de Aragón es el "ejemplo máximo de la mujer guerrera" de la Guerra de la Independencia, su caso no fue único. Muchas otras mujeres en Girona, Zaragoza, Lleida y Barcelona tomaron las armas. Sin embargo, fue la historia y la arrolladora personalidad de Agustina la que trascendió para convertirse en leyenda. Una leyenda que, como se ha demostrado, se queda corta al lado de la extraordinaria realidad de su vida.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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