Un británico decide marcharse de Málaga después de 20 años viviendo allí porque todos sus vecinos son de la misma nacionalidad
Peter Moreve, un jubilado de 78 años, llegó a Mijas Costa en 2006 buscando tranquilidad tras su retiro en Londres, pero dos décadas después le esperaba una sorpresa

Calle Larios, en el centro de Málaga
Madrid - Publicado el
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Málaga, la joya de la Costa del Sol, es un imán para los residentes extranjeros, especialmente para los británicos. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la provincia malagueña alberga a más de 50.000 ciudadanos del Reino Unido, convirtiéndose en la segunda zona de España con mayor concentración de británicos, solo por detrás de Alicante.
En localidades como Fuengirola, Marbella y Estepona, los residentes británicos superan los 4.000 en cada municipio, creando enclaves donde el inglés es casi tan común como el español. Pero esta masiva presencia ha llevado a algunos, como Peter Moreve, a tomar una decisión radical: abandonar el paraíso costero en busca de la "verdadera España".
Peter Moreve, un jubilado de 78 años, llegó a Mijas Costa en 2006 buscando sol, tranquilidad y un cambio de vida tras su retiro en Londres. Dos décadas después, ha decidido mudarse a Lucena, un pueblo cordobés de 45.000 habitantes, donde, por fin, siente que está viviendo en España. "Todos mis vecinos eran de Reino Unido. No era España, era Inglaterra con sol", confesó al medio británico iNews. Su historia refleja una paradoja del sueño mediterráneo: lo que empezó como un escape idílico terminó siendo una burbuja cultural que le alejó de la experiencia auténtica que anhelaba.

Ingleses en España, imagen de archivo
Un británico se va de Málaga
Moreve no es el único expatriado que ha sentido esta desconexión. Según la Oficina de Turismo de España, cada vez más extranjeros buscan destinos menos masificados, como Toledo, Salamanca o Ávila, huyendo de las "colonias británicas" que dominan zonas como Mijas, donde el 40% de la población es foránea y la mayoría procede del Reino Unido. Para Moreve, la gota que colmó el vaso fue la imposibilidad de practicar español en su día a día. "Quería vivir en España, no en una réplica de Inglaterra", insistió.
Su traslado a Lucena marcó un punto de inflexión. Allí, donde la presencia extranjera es mínima, ha encontrado lo que la Costa del Sol no le pudo ofrecer: integración. "Si vivo en un país, quiero formar parte de él", afirmó. Ahora, saludos en las tiendas, conversaciones con vecinos y hasta los pequeños rituales cotidianos le han dado esa inmersión cultural que echaba de menos.

La estación de tren María Zambrano de Málaga
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La historia de Moreve no es anecdótica. El INE revela que, aunque los británicos siguen siendo la nacionalidad extranjera más numerosa en Málaga, su crecimiento se ha estancado en los últimos años, mientras otras comunidades, como la marroquí, experimentan un auge. Además, el perfil del expatriado está cambiando: ya no solo buscan sol y playa, sino también autenticidad. Turismo Costa del Sol ha detectado esta tendencia, promocionando experiencias "menos conocidas" para atraer a un turismo más diverso.
Pero el caso de Moreve va más allá. Es un reflejo de un conflicto identitario: ¿cómo integrarse cuando tu comunidad recrea el país que dejaste atrás? Para él, la respuesta fue clara: alejarse de la costa. "En Lucena, por fin siento que estoy en España", concluyó 6. Su experiencia plantea una pregunta incómoda para los destinos turísticos masificados: ¿están perdiendo su esencia al convertirse en "mini Inglaterras"?
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Las autoridades malagueñas son conscientes del desafío. Málaga ya no solo compite por atraer turistas, sino también por retener residentes que, como Moreve, buscan algo más que un clima templado. El Ayuntamiento ha impulsado medidas para regular el turismo de baja calidad y diversificar la oferta, pero el peso de la comunidad británica sigue siendo abrumador en municipios como Fuengirola o Benalmádena.
Mientras, Moreve disfruta de su nueva vida en Lucena, donde el acento andaluz ha reemplazado al inglés en su día a día. Su historia es un recordatorio de que, a veces, el paraíso no está donde todos lo buscan, sino donde uno puede sentirse parte de algo más grande. Y para él, ese lugar ya no es la Costa del Sol.