A quien no le gusta un buen café para empezar la jornada laboral. Vas a la máquina, le das a un botón, pones unas moneditas y te despiertas en horas difíciles, sobre todo si trabajas por la mañana. Y más cuando España es uno de los países más cafeteros de Europa. Ahora, imagínate que pides, por ejemplo, el vaso más pequeño, pero en vez de salirte ese, te sale otro con unos cuantos mililitros de más. Obviamente, te aprovechas de ello, como todos harían.

Lo que no te esperas es que te acaben persiguiendo por ello. Es lo que le ha ocurrido a un profesor de Japón. Su historia es absolutamente rocambolesca, y solo propia de un país como es el asiático, con reglas muy rectas con respecto a lo que es normal en países como España.

Y ni siquiera fue la máquina de café de su propio trabajo, sino la de un local al lado de su colegio, a donde iba a almorzar. De la manera más inocente, se encontró con un fallo que aprovechó.

La razón por la que despidieron al director: "La rectitud"

Según han informado varios medios locales, el director, de 59 años y cuyo nombre no ha trascendido, siempre iba a la misma tienda a buscar un café de máquina. Un café normal en esa tienda cuesta 110 yenes, lo que serían 70 céntimos. El tema es que esa máquina tenía un truco. Si le dabas al botón de un café normal pero luego ponías un vaso grande, la máquina te sacaba un café grande.

La diferencia era de tan solo 40 céntimos (110 yenes vs. 180 yenes, que son 1,10 euros). Sin embargo, en un momento dado, un trabajador del local se dio cuenta de lo que estaba pasando, y le avisó de que eso no se podía hacer. Pero fue a más, porque llegó a llamar a la Policía para informar de lo sucedido.

Se formó una escena curiosa, pues el trabajador comenzó a interrogar al director, casi sexagenario, el cual reconoció que lo había hecho más veces, con mucha vergüenza. Lo que debe de ser eso. Sin embargo, llegó la Policía, y no presentó ningún cargo. Pero ahí no quedaba la cosa.

¿Era legal su despido? Lo que dicen las leyes de la prefectura

Por si no fuese suficientemente enrevesada la historia, las autoridades educativas de Hyogo le llamaron días después para interrogarle. En esa sesión, el director reconoció que había "estafado" a la máquina de café en un total de 7 ocasiones... desde julio. Es decir, siete veces en casi 7 meses. Habría estafado algo más de lo que serían tres euros, una cantidad irrisoria.

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Además, el director suplicó clemencia, y dejó claro que lo había hecho sin querer en las primeras ocasiones. Sin embargo, las autoridades educativas japonesas consideraron que había cometido una falta muy grave, y que no es "propia de un servidor público educativo".

La justificación es que era un "mal ejemplo" para los niños, pero mucha gente en redes señala que, incluso, no es legal despedirle a este pobre director de colegio, al considerar que la pena es desproporcionada. Desde luego, imaginar cómo debe de estar el hombre en esta situación no es algo fácil.