MADRID - 18ª san isidro
Roca Rey enmienda a última hora su San Isidro y Rafa Serna conmueve con su valor
El peruano cortó una oreja de peso tras una faena de remontada, mientras el sevillano se ganó la suya con coraje en su confirmación de alternativa.

Madrid, jueves 29 de mayo de 2025. Oreja para Roca Rey y Rafa Serna
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La corrida de El Torero, seria y pareja en presentación, trajo consigo dos orejas que cayeron cuando ya parecía que la tarde naufragaba. Roca Rey y Rafa Serna, con dos planteamientos distintos, rescataron lo poco salvable del decimoctavo festejo de San Isidro.
Roca Rey, que se jugaba mucho en esta cita tras su anterior comparecencia isidril que acabó de vacío, fue de menos a más hasta conseguir una oreja in extremis que salvó su paso por la feria. Su faena al quinto, el toro de mayor clase del envío gaditano, comenzó con dudas y toques bruscos, pero remontó con tres series de derechazos compactos y un tramo final en corto, donde por fin conectó con Madrid. Los circulares invertidos finales y un contundente espadazo animaron al tendido y sellaron el trofeo.
No estuvo tan afinado con su primero, un toro escaso de fuerza al que dejó sin picar. Tras un inicio de faena de rodillas, la labor no terminó de romper, y pese a una petición de oreja tras la estocada, todo quedó en leves palmas.
La sorpresa emocional de la tarde la firmó Rafa Serna, que confirmaba la alternativa ocho años después y con escaso rodaje, pero con un coraje arrollador. Ya con el toro de la ceremonia dejó detalles de entrega pese a las limitaciones del animal.
Pero fue con el sexto, un toro áspero y con peligro, cuando Madrid se rindió a su raza. Aguantó parones, tornillazos y un violento cabezazo que le marcó el rostro, sin dar un paso atrás. Toreó por verónicas en los medios tras recibirlo a portagayola, y en la muleta, con firmeza y actitud, acabó imponiendo su ley. Una oreja rotunda y de justicia para el sevillano, que dejó claro que su sitio sigue estando entre los que sueñan con el triunfo.
Diego Urdiales, en cambio, volvió a marcharse de vacío, esta vez con el lote más deslucido. Ni el manso y defensivo primero ni el cuarto, que amagaba bravura sin entregarse, le ofrecieron opción. Lo mejor fue la brevedad y la lucidez para entender que no había materia prima.