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Morante conmociona a Madrid con una obra mayúscula
Solo el descabello le aleja de la Puerta Grande tras una actuación portentosa. Corrida noble pero sin fuelle de Garcigrande con Talavante y Rufo silenciados.

Madrid, miércoles 28 de mayo de 2025. Faenón sin premio de Morante
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La Corrida de la Asociación de la Prensa dejó este miércoles en Madrid uno de los momentos más intensos del ciclo isidril. Morante de la Puebla, torero de inspiración y clasicismo, se adueñó de la tarde con una faena que rozó lo sublime y que, sin embargo, no obtuvo el trofeo que la mayoría del público reclamó con rotundidad. La presidencia, aferrada a una visión rígida del reglamento, no concedió la oreja y provocó una de las broncas más sonadas de la feria.
Morante fue el gran reclamo de la jornada y correspondió a la expectación con una actuación que ya se recordará como una de las más redondas de su carrera en la primera plaza del mundo. Desde el primer lance al capote, cuando bordó unas verónicas que detuvieron el tiempo, se vio que algo especial estaba ocurriendo. El toro de Garcigrande, serio de presencia y con nobleza, le permitió construir una obra de altos vuelos pese a llegar algo limitado al tramo final.
La faena se desarrolló con un sabor a toreo antiguo: temple, ajuste, ligazón, y una variedad que conectó de inmediato con los tendidos. Muletazos hondos por ambos pitones, cambios de mano sentidos, trincherillas y un remate por bajo de gran torería tejieron un conjunto de máxima categoría. Morante, inspirado y dominador, puso alma y conocimiento. Una estocada tendida y varios golpes de descabello precedieron la negativa presidencial, incomprensible para muchos, que desató la indignación del público. El sevillano, visiblemente contrariado, rechazó dar la vuelta al ruedo.
Con el deslucido cuarto no se dio mucha coba. Salió en la faena de muleta con la espada de verdad montada y tras quitarle las moscas por la cara al toro lo pasaportó.
El resto de la tarde quedó diluido en la comparación. Alejandro Talavante estuvo ausente de la tarde. Su primero, un animal desrazado, no ofreció opciones claras, pero el extremeño tampoco puso voluntad en revertir la situación.
La falta de actitud se acentuó aún más en el quinto, el toro de mejor inicio de su lote, que galopó con buen son de salida. Talavante apenas se estiró a pies juntos con el capote, sin aprovechar el aire de clase que traía el animal antes de venirse a menos tras un duro paso por varas. En la muleta, todo fue una sucesión de pases sin intención ni poso. Ni un gesto, ni una búsqueda de lucimiento. En ambos fue silenciado.
Tomás Rufo, por su parte, lidió con el otro toro con opciones, el tercero, de noble condición y buena embestida por el derecho. Pero el joven toledano se mostró desconectado, toreando siempre a distancia, sin apretar ni profundizar. No hubo ajuste ni convicción, y la faena se fue desinflando sin una sola arrancada de emoción en el tendido. Con en el sexto, un toro gigante con más de seiscientos kilos, deslucido y sin entrega, no hubo opción de lucimiento.