1ª FERIA DE PENTECOSTÉS
Marco Pérez incendia Nimes con una alternativa triunfal junto a Talavante
Morante de la Puebla dejó también una gran tarde en la que solo la espada le alejó de la salida a hombros.

Talavante y Marco Pérez, a hombros este viernes en Nimes (Francia)
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La arena del Coliseo de Nimes fue testigo este viernes de una alternativa para el recuerdo. Marco Pérez, llamado a marcar una época, dejó su tarjeta de presentación en una faena de fuego y verdad que le valió las dos orejas del sexto, el mejor toro de un desigual envío de Garcigrande. Una tarde histórica en la que también brillaron la magia profunda de Alejandro Talavante, que paseó dos orejas, y la torería sin tiempo de Morante de la Puebla, que se topó con un lote sin fuelle pero no por ello dejó de emocionar.
Con un lleno de gala y el ambiente de las grandes gestas, Marco Pérez se doctoró de la mano de Morante y brindó el toro de la ceremonia a su mentor, Juan Bautista. Frente a un ejemplar noble pero justo de clase, el joven salmantino mostró ya sus cartas: temple, colocación y conocimiento de los terrenos. Aunque el público se enfrió tras una estocada contraria y un aviso, la ovación reconoció la solidez de su debut.
Lo mejor llegó con el sexto. Desde el recibo capotero hasta una estocada recibiendo de libro, Marco firmó una actuación compacta y arrebatadora. El arranque de faena con cambiados por la espalda y la rotundidad con la mano derecha elevaron la temperatura de la plaza. Aunque el pitón izquierdo ofreció menos, su entrega lo suplió con creces. Regresó a la mano buena para rematar por arrucina antes de enterrar la espada hasta la empuñadura. Dos orejas unánimes, plaza en pie y la sensación de que ha nacido una figura.

Marco Pérez, con las dos orejas cortadas al sexto toro de la tarde en Nimes (Francia)
Alejandro Talavante cuajó una tarde de suma inspiración. Su primero, un toro colaborador, permitió al extremeño sacar lo mejor de sí en una faena que fue creciendo hasta alcanzar cotas elevadas por el derecho. Una arrucina electrizante y bernardinas finales rubricaron la obra, aunque el mal uso de la espada limitó el premio a una oreja. Con el quinto, Talavante puso la plaza del revés de rodillas. Por el derecho volvió a lucirse, mientras que por la zurda el toro protestó más. Estocada tras aviso y otra oreja para cerrar una tarde de mucha expresión.
Morante de la Puebla, por su parte, volvió a demostrar que la torería es un lenguaje propio. Frente al segundo, dejó un inicio de faena con estatuarios y trincherillas que puso los vellos de punta. Lamentablemente, el toro se vino abajo pronto y la faena no pudo romper. En el cuarto, Morante evocó los albores del siglo XX con un recibo de rodillas con el capote y una faena que empezó sentado en el estribo. Hubo muletazos hondos y templados, pero el toro también se apagó cuando asomó la zurda. Falló con la espada y perdió el trofeo, aunque su aroma quedó flotando en Nimes.