Neonatólogos piden seguir al menos 6 años a todos los bebés prematuros

En lo que llevamos de año han nacido en España más de 238.000 niños, entre el 7 y el 10 por ciento lo han hecho de forma prematura. Lo más complicado sin duda es sacar adelante a los grandes prematuros pero el grueso de estos niños que no nacen a término necesitan atención y seguimiento al menos hasta los 6 años según señalan los neonatólogos que recuerdan que estos niños tienen 7 veces más riesgo de tener complicaciones que los que nacen a término.

Lo habitual, sin embargo, es que a los niños nacidos entre las semanas 32 y la 36, los atiendan el pediatra correspondiente. Solo los grandes prematuros, los que nacen entre las semanas 28 y 32, tienen un acompañamiento a cargo de neonatólogos y de neuropediatras además de ser derivados para su atención tanto antes como después de nacer a los grandes hospitales. Es preciso subrayan ampliar las evaluaciones periódicas, cribados y una posible derivación temprana a estimulación precoz también a estos prematuros tardíos.

“Se les da el alta como si fueran un bebé nacido a término y no se les lleva en una consulta especializada como a los bebés prematuros más prematuros. Sin embargo, sí necesitan un seguimiento porque han nacido antes de tiempo. A los grandes prematuros los seguimos hasta los 12 o los 13 años muchas veces pero por lo menos a este grupo-que nace entre las semanas 32 y 36- seguirlos hasta los 6 años da tranquilidad porque se puede ver lo motor, si son torpes o no lo son; la manipulación fina, el aprendizaje y el comportamiento”, explica en COPE el neonatólogo Juan Arnáez.

Los bebés prematuros tardíos son entre el 72 y el 79 por ciento de los niños prematuros que nacen en España y no están recibiendo una adecuada atención integral a cargo de pediatras y especialistas en Medicina de Familia cuenten con formación sólida en neurodesarrollo, según denuncian desde la Fundación NeNe, dedicada a la promoción y formación de la Neurología Neonatal que recuerdan que estos niños tienen 7 veces más riesgo de desarrollar complicaciones que un bebé nacido a término.

Consideran que, en demasiados casos, su prematuridad permanece oculta. Un situación, que según lamentan, ha generado un profundo desconocimiento de sus necesidades reales y de los riesgos que enfrentan, y que ha llevado a miles de familias a transitar solas por un camino lleno de riesgos.

“La prematuridad es una etapa crítica en la que cerebro y cuerpo atraviesan un crecimiento acelerado, por lo que actuar con conciencia neurológica y responsabilidad marcará la diferencia entre un futuro con más oportunidades o con más dificultades para miles de niños y sus familias. Aunque para médicos y enfermeras no represente una prematuridad muy importante, requiere de una atención especial ya que todavía presenta inmadurez en varios sistemas (pulmones, cerebro, sistema digestivo) que necesita atención”, subraya Arnáez.

A esto se une que para los padres es una situación estresante: “El nacimiento, muchas veces inesperado uno o dos meses antes, es un acontecimiento para el que no están preparados. Su bebé parece casi a término, pero no lo es”, indica el neon

 Eva: “Necesitas que los médicos te confirmen que todo va bien”  

Eva Checa tuvo a Claudi a las 33 semanas y media de gestación. Su hijo tiene hoy 9 meses y, desde que le dieron el alta, lo sigue su pediatra y su enfermera en su Centro de Atención Primaria con los controles habituales para cualquier bebé. Reconoce en COPE que le parece insuficiente: “alguien familiarizado con los prematuros sería fantástico porque te daría más seguridad a la hora de darte un diagnóstico y nosotros hemos tenido que ir a muchos otros médicos”.

“Vamos a pediatras privados cada dos meses porque necesitamos la confirmación de que todo va bien. No estás tranquilo, lo ves que crece, pero luego otros detalles que no te gustan tanto. Y por ello hemos ido al fisio y también al osteópata cuando tenía 3 meses. Todo esto tiene un coste y nos estamos planteando hacerle una póliza para poder ir cada vez que sea necesario”, explica esta madre de 38 años.

Al sospechar que su hijo se adelantaría, antes de que naciera les derivaron al hospital San Joan de Déu de Esplugues, centro de referencia en pediatría y obstetricia donde el trato que recibieron fue muy bueno tanto en la fase de hospitalización como en las primeras semanas tras su vuelta a casa a cargo de un equipo de enfermería a domicilio.

Nos cuenta Eva que tanto el padre como la madre pueden acompañar a su hijo las 24 horas del día en la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos: “Teníamos un sillón y de un colchón y no había limite de horario de entrada ni de salida. Yo de hecho estuve allí los 17 días. A nuestro hijo lo pusieron en una cama que le ayudaba a regular la temperatura, sondado, conectado a una bomba de respiración y con electrodos para medirle las constantes. Al no ser prematuro extremo, sí podíamos cambiarle el pañal y cogerle”.

Los médicos consideran esencial la vinculación entre padres e hijos  

“El ingreso hospitalario, el miedo o la separación pueden generar ansiedad o culpa en los progenitores. Es esencial ofrecer el apoyo emocional necesario para favorecer el vínculo y reducir el estrés parental”, subraya la también neonatóloga Gemma Arca.

En muchas ocasiones madres y padres, abrumados por los cables, máquinas y monitores que rodean a su bebé preguntan si pueden hacer algo por él. Fomentar el contacto temprano, la lactancia materna, así como su participación activa en los cuidados les ayudará a transitar por las primeras semanas de vida de su bebé.

“Ellos pueden hacer mucho por sus hijos, su mera presencia, los estímulos que reciben a través de su voz, tacto u olfato son beneficiosos”, explica Maite Montes, enfermera especializada en cuidados neonatales.

“Se les debe animar a practicar el método canguro; esto en ocasiones no se hace ya que los profesionales perciben que no es tan importante para ellos al tratarse de recién nacidos casi maduros. Sin embargo, es conocido que este método les ayuda a regular la temperatura, el ritmo cardíaco y la respiración, además de fortalecer el vínculo afectivo con su familia”, recuerda la también enfermera especializada Nuria Herranz.

 La hospitalización un tiempo de oro para estas familias  

El ingreso en el hospital de los bebés prematuros debe verse como una oportunidad para que madres y padres puedan capacitarse en los cuidados de sus hijos e hijas y para que puedan aprender a comprender su lenguaje no verbal.

“Los bebés nacidos prematuramente pueden manifestar su malestar con bajadas de la frecuencia cardíaca, apneas, hipo o dificultad respiratoria pero también con respuestas motoras como arqueamientos, extensión de los dedos o mímica facial (fruncir el ceño, dejar la boca abierta…), indica Arca.

Por el contrario, “pueden manifestar signos de confort o de regulación como mantener una respiración estable, un color rosado, intentar agarrar algo con la mano, llevarse las manos a la línea media o a la boca. Los progenitores pueden conocer a su bebé a través de la interpretación de estos signos no verbales lo que ayudará a aumentar su confianza en el momento del alta. Es responsabilidad de los profesionales el acompañar y mostrar este lenguaje para que lo interpreten de forma adecuada”, apunta la neonatóloga.

Antes de irse a casa es imprescindible que los progenitores se sientan seguros y competentes en el cuidado de sus hijos. La alimentación por boca, uno de los procesos más complejos, que requiere de una coordinación respiración-succión-deglución adecuada, debe estar asegurada. Finalmente, contar con redes de apoyo (familia, grupos de padres, organizaciones de familias con bebés prematuros, grupos de lactancia materna, profesionales de salud) ayuda a disminuir la ansiedad y a fortalecer la confianza en sus cuidados.