Las relaciones fraternales más complicadas de la Historia de España: de Isabel "la Católica" y Enrique IV a los Sánchez Pérez-Castejón

El hermano de Pedro Sánchez se sentará en el banquillo de los acusados entre el 9 y el 14 de febrero de 2026

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su hermano, David, conocido con el nombre artístico de David Azagra

Europa Press

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su hermano, David, conocido con el nombre artístico de David Azagra

Álvaro Fedriani

Madrid - Publicado el

6 min lectura

El juicio por la contratación de David Sánchez en la Diputación de Badajoz ya tiene fecha y se celebrará entre el 9 y el 14 de febrero de 2026 en la Audiencia Provincial pacense. El hermano del presidente del Gobierno, y el expresidente de la Diputación de Badajoz y candidato del PSOE a las elecciones extremeñas de diciembre, Miguel Ángel Gallardo, figuran como procesados en esta causa, instruida por la jueza Beatriz Biedma, y se sentarán en el banquillo de los acusados.

La acusación popular, integrada entre otros por Manos Limpias, Vox, HazteOir y el Partido Popular, solicita tres años de prisión para Sánchez y Gallardo por delitos de tráfico de influencias y prevaricación. El auto sostiene que Sánchez tenía "conocimiento previo" de que el puesto de coordinador de Actividades de los Conservatorios se había "creado para él" y que la convocatoria y la entrevista habrían servido para "simular la legalidad formal del procedimiento".

La jueza ve insuficientes los indicios para aplicar esa medida

Jero Morales

David Sánchez se sentará en el banquillo de los acusados en febrero de 2026 y se enfrentará a una pena de prisión

La Fiscalía ha solicitado el archivo del caso al considerar que no existen indicios claros de delito y que "es absurdo prolongar el proceso" porque está "condenado al fracaso". Sostiene que las conclusiones incriminatorias se basan en "conjeturas e hipótesis" y no demuestran que el puesto "fuera creado a la carta".

Las relaciones entre hermanos en la Historia de España han sido, en muchos casos, complicadas. Isabel la Católica se rebeló, en cierto, modo contra Enrique IV; Carlos I temió que su hermano se quedara con el Trono de Castilla; Felipe II creyó que don Juan de Austria lo traicionaba; Fernando VII dio un giro de timón inesperado para que Carlos María Isidro no le robara la Corona a Isabel II y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, su hermano músico tampoco le está dando muchas alegrías porque de su escondite en La Moncloa irá directo al banquillo de los acusados.

EL NACIMIENTO DE UNA INFANTA

El nacimiento de la reina más famosa de España pasó sin pena ni gloria en la Corte de Juan II de Castilla: "Fágovos saber que, por la gracia de Nuestro Señor, este jueves próximo pasado, la reyna doña Ysabel, mi muy cara e muy amada muger, encaesció de una Ynfante. Lo qual vos fago saber porque dedes muchas gracias a Dios", así lo relataba el propio padre de la futura reina de Castilla.

"Isabel la Católica", anónimo (siglo XVII)

Museo Nacional del Prado

"Isabel la Católica", anónimo (siglo XVII)

Pero Isabel no nació para ser reina, sino para ser infanta y así fue educada, lejos de las intrigas palaciegas y junto a su madre —de la que también se dice que estaba loca—, Isabel de Portugal. Como mucho, al igual que le pasó a su hija Juana, Isabel aspiraba a casar con algún rey y gobernar junto a él unos territorios extranjeros y lejanos a su Castilla natal. Pero la historia es caprichosa.

Al poco de nacer ella, murió su padre y subió al Trono su hermanastro, Enrique IV, del que luego se diría que padecía de impotencia por no ser capaz de engendrar un heredero. La cosa cambió a principios de los años sesenta del siglo XV, cuando la reina Juana de Avís, hermana del rey de Portugal, se quedó embarazada, aunque las malas lenguas sostenían que la criatura no era hija natural del rey, sino de su confidente, Beltrán de la Cueva, y por eso la apodaron "la Beltraneja".

El inminente nacimiento de la princesa Juana alejaba a Isabel y a su hermano Alfonso de la Corona castellana y la Corte y los relegaba a un eterno segundo plano, pero, por si acaso, Enrique IV quiso tener a sus hermanastros cerca y mandó que fueran trasladados con él a Segovia. 

Isabel siempre le echó en cara este acto al monarca y lo recordó con estas palabras: "de cuyos brazos [los de su madre Isabel en Arévalo], inhumanamente y forzosamente, fuimos arrancados el señor rey don Alfonso mi hermano y yo, que a la sazón éramos niños".

LA FARSA DE ÁVILA

La llegada de Beltrán de la Cueva a la corte supuso la caída en desgracia del anterior privado del monarca: el marqués de Villena. Juan Pacheco comenzó entonces a tramar una revuelta contra el monarca al que se tildó de "secuestrado" y de "blando", según apunta Manuel Fernández Álvarez en su biografía sobre la reina Isabel publicada en 2003.

El levantamiento nobiliario contra Enrique IV se produjo el 5 de junio de 1465 y fue conocido como la farsa de Ávila. En ella, los nobles conjurados vistieron a un muñeco de rey para luego despojarlo de los atributos propios de su condición y entregárselos al infante don Alfonso, que apenas contaba los once años de edad. Isabel seguía estando relegada a un segundo plano.

'La farsa de Ávila', Antonio Pérez Rubio (1881)

Museo Nacional del Prado

'La farsa de Ávila', Antonio Pérez Rubio (1881)

 de guisando a asturias  

Unos años después, sin embargo, fallecía en Ávila el infante-rey don Alfonso y comenzaba la carrera de Isabel hacia la Corona de Castilla y León. La infanta optó por reconocer y no reemplazar a su hermanastro en el Trono castellano, pero le reclamó el título de princesa heredera atendiendo a las dudas que había sobre la paternidad de la princesa Juana de la que Isabel era madrina de bautismo.

Las negociaciones se produjeron en los campos de Guisando, famosos por sus esculturas, que hoy se identifican como toros. Allí coincidieron Isabel y Enrique y llegaron a un acuerdo: la infanta se convertiría en princesa de Asturias en detrimento de la hija del monarca, pero aceptaría casarse con quien este último le propusiera. La propuesta escondía una trampa y es que esa boda estaba ya concertada con el rey luso, Alfonso V, cuñado de Enrique, y alejaría a Isabel de Castilla y su Corona. 

La princesa fue llevada entonces a Ocaña y sometida a la vigilancia del marqués de Villena, que había regresado al amparo de Enrique IV. De allí se escapó con la excusa de celebrar y presidir las honras fúnebres de su hermano Alfonso y con la ayuda del arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo.

Enterramiento del infante don Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores, Burgos

Alamy Stock Photo

Enterramiento del infante don Alfonso de Castilla en la Cartuja de Miraflores, Burgos

APARECE FERNANDO

Estamos en 1468. A la Corona de Aragón le venía muy bien emparentar a su príncipe heredero, Fernando, con la princesa castellana para hacer frente a su enemigo francés y no ser tan débil. Comenzaron así a ponerse los pilares para la futura unión de Coronas que continúa hoy. En secreto, empezó a fraguarse un matrimonio al que, por supuesto, cuando se enteró, se opuso el rey Enrique, que veía con ello pisoteados los acuerdos de los Toros de Guisando.

Fernando cruzó la frontera, se vio con Isabel a primeros de octubre de 1469 y se casó con ella pocos días después en Valladolid, feudo controlado por el arzobispo Carrillo, que ofició el enlace. Para ello, los novios habían falsificado una bula papal en una política de hechos consumados clarísima.

"Isabel —explica Fernández Álvarez— era consciente de que se colocaba en una situación difícil de mantener, (...) pero tampoco quería renunciar a decidir su propio futuro. Y eso le obligaba a tomar resoluciones como aquella boda, aunque tenía bien seguro que Enrique IV y sus consejeros iban a reaccionar en su contra".

Comenzó en ese momento un quinquenio tenso en el que ambos hermanos se acusaron mutuamente de romper los acuerdos de Guisando. Enrique IV dio marcha atrás y le arrebató a Isabel el título de princesa de Asturias, propio del heredero a la Corona castellana. La infanta, por su parte, se lanzó a un enfrentamiento directo con el rey y su hija, la otra vez princesa Juana. 

El enfrentamiento fraterno concluyó en diciembre de 1474 con la muerte de Enrique, pero en su lugar comenzó otro peor: una guerra civil. Isabel se enfrentó a Juana por el control del Trono castellano. La primera lo hizo respaldada de la Corona de Aragón, con su marido, Fernando, a la cabeza; la segunda se apoyó también en su tío y consorte, el rey de Portugal, Alfonso V.

Visto en ABC

Programas

Último boletín

05:00 H | 08 NOV 2025 | BOLETÍN

Boletines COPE
Tracking