El Gobierno está ultimando el anteproyecto de ley de las familias. En ese anteproyecto hay dos cuestiones implicadas. Una se refiere a las ayudas a las familias, otra es la cuestión ideológica. A pesar de que la familia sigue siendo una realidad que vertebra nuestra sociedad y es un ámbito en el que se acumula mucho capital social, las políticas familiares nunca han ocupado un lugar relevante en España. El proyecto del Gobierno incluye nuevas ayudas, por ejemplo, un permiso de cinco días al año que será retribuido y del que los trabajadores podrán disponer para el cuidado de familiares como abuelos, nietos o hermanos. Otra de las ayudas es la ampliación de la prestación de 100 euros al mes para madres con niños de 0 a 3 años. Todo lo que se haga para acercar las políticas familiares de nuestro país a las de nuestro entorno es un avance. Francia, por ejemplo, ha conseguido un aumento de la natalidad por el éxito de sus políticas familiares.

La cuestión ideológica es delicada. Como decía ayer en Herrera en COPE el secretario general de la CEE, monseñor César García Magán, el ordenamiento jurídico reconoce lo que existe en la sociedad. Es lógico dar efecto jurídico a otro tipo de uniones que no son las que tradicionalmente han formado una familia. Otra cosa es estirar el concepto de familia, como hace este proyecto de ley, hasta límites absurdos. Porque si todo es familia, también la persona que vive sola, al final nada es familia. El Estado no tiene que definir ni inventar la familia, lo que debe hacer es valorar y apoyar lo que las familias reales aportan a la cohesión y el bienestar de nuestra sociedad.