Sánchez, el gran conseguidor

A lo largo de la legislatura, Junts ha hecho valer fuerza aritmética. Sus 7 diputados han sido el primer y más importante auxilio con el que ha contado el Gobierno de Pedro Sánchez. Nunca ha habido cohesión ni proyecto común, lo único que une al PSOE y al grupo de Puigdemont es una suma de intereses particulares que se satisfacen a base de chantajes y concesiones sin límite. 

Ahora ha llegado la hora de dar un paso más. Junts ha decidido pasar de las palabras a los hechos y negarle a Sánchez los votos necesarios para que los proyectos de reducción de la jornada laboral y de creación de una Oficina de prevención de la corrupción salgan adelante. La tercera jugada será forzar la votación del traspaso de competencias a la Generalitat en materia de inmigración. Algo que, por otro lado, levantará ampollas en el seno de la coalición entre PSOE y Sumar.

Está claro (y así lo manifiestan) que ni Puigdemont ni sus diputados están interesados en el bienestar y la prosperidad del conjunto de los españoles. Lo que era difícil de imaginar era que el PSOE, en manos de Pedro Sánchez, quedara reducido al papel de conseguidor. 

Su última hazaña ha sido pactar con Junts que el catalán sea obligatorio en la atención al cliente en las grandes empresas, en cualquier lugar de España. Todo como antesala de la gran negociación que debería permitirle a Sánchez presentar unos presupuestos generales del Estado para los que necesita a Junts. Claro que, al final, puede quedarse “sin honra y sin barcos”.