Nochebuena: empieza una nueva época

Aunque buena parte de las sociedades occidentales esté cada vez más alejada de la fe cristiana, la llegada de esta noche no deja indiferente a casi nadie. Decía el Papa Francisco recientemente que la Navidad inaugura una época nueva donde la vida no se programa sino que se da y, en realidad, cada Navidad empieza esa nueva época que nos da la oportunidad de encontrar o recuperar el sentido de nuestra vida. El Niño que vemos en el pesebre es Dios encarnado, que trae a los hombres de cada época la posibilidad de una vida plena y la esperanza de la vida eterna.

En la vida social y política hay promesas que, en algunos casos, corresponden a la razón y a la verdad, reflejando esa vida que empezó a urdirse en el humilde pesebre de Belén; pero ni la política, ni la economía, ni la ciencia tienen la capacidad de cumplir la expectativa de felicidad y justicia del corazón humano. El Niño que nace esta noche ofrece algo realmente revolucionario: la felicidad basada en el amor al prójimo como reflejo del amor de Dios hacia cada uno. Y lo más asombroso es que este Dios que hoy vemos recostado en el pesebre, viene a quedarse para siempre con nosotros. Ante su presencia se desvanecen los enredos, las discordias, los engaños, el afán de poder, dinero y placer, que no pueden suplir la ausencia de Dios. El Niño Jesús que contemplamos conmovidos abre el camino de esa nueva época de la que habla el Papa, de la que estamos llamados a ser protagonistas desde el lugar que cada uno ocupe en la sociedad.