Línea editorial: "Los errores en política internacional se pagan"

Marruecos ha devuelto al Gobierno de España a la realidad. Para un Gobierno como el de Sánchez, empeñado en abrir debates poco conectados con las necesidades vitales y las preocupaciones diarias de millones de españoles, las declaraciones del Primer Ministro del Reino de Marruecos son un baño de realidad. El Ministerio español de Exteriores se ha apresurado a convocar a la embajadora marroquí.

Marruecos suele pasar factura a España siempre que lo considera oportuno. Su colaboración en materia migratoria y en la lucha contra el terrorismo yihadista no sale gratis. En los últimos meses, Marruecos aprovecha los vaivenes internos del Gobierno Sánchez para provocar a la Diplomacia española allí donde más puede doler. Ceuta y Melilla son España, y Marruecos lo sabe. Las tensiones son otras y tienen que ver con las declaraciones del Vicepresidente Primero del Gobierno de España sobre la convocatoria de un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental.

El Gobierno de Sánchez tiene polizones en su seno, que día tras día amenazan con dinamitar la necesaria estabilidad institucional. Sánchez no puede desprenderse de Iglesias sin provocar una crisis de Gobierno, pero debe obligarle a guardar silencio cuando lo que está en juego son los principios de amistad y cooperación que rigen en las relaciones con un vecino con tanto poder estratégico como el Reino alauí.