Verdad, unidad y paz para un tiempo convulso

El Papa León XIV ha hecho en estos días, con la misma elección de su nombre y con sus primeras palabras y gestos, toda una declaración de intenciones sobre lo que puede ser su pontificado. Como le dijo este pasado sábado a los Cardenales, el nombre de León XIV guarda relación de continuidad con León XIII, el papa que a finales del siglo XIX y principios del XX, afrontó la cuestión social en la primera revolución industrial. Hoy la Iglesia, ha dicho ahora el papa Prevost, debe responder a otra revolución industrial y al desarrollo de la inteligencia artificial.

Su preocupación por la paz, que ha vuelto a estar muy presente en su mensaje de este domingo, tras el rezo del Regina Coeli, es un acento muy agustiniano, con el que además sigue la estela de lo que tanto subrayara el papa Francisco, cuando se refería al vértigo de nuestra época de cambios, que parecía librar una tercera guerra mundial a plazos.

León XIV nos ha dejado claro, una vez más este domingo, que la paz que los católicos podemos ofrecer al mundo es una paz que brota del corazón de Cristo Resucitado. Desde ahí, desde la Verdad de Aquél que es Uno, y en el que estamos llamados a ser uno también nosotros, como reza el lema del nuevo pontificado, nuestro corazón se inquieta y se rebela contra guerras en tantas partes del mundo, como las de Ucrania o las de la franja de Gaza, que ha citado expresamente León XIV, y al mismo tiempo nuestro corazón se alegra cuando se concreta una forma de paz, como por ejemplo con el cese de las hostilidades entre India y Pakistán.

Seamos constructores de paz y ofrezcámosle al mundo también nosotros, tal y como nos pide León XIV, una paz desarmada y desarmante.