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La Policía cree ver afán de notoriedad, fanatismo o uso estratégico en unas amenazas hechas para no cumplirse

Fuentes consultadas por COPE aseguran que en España no hay un nivel de violencia política tan organizada y enloquecida como para planear atentar contra la cúpula política del país

La Policía cree ver afán de notoriedad, fanatismo o uso estratégico en unas amenazas hechas para no cumplirse
Juan Baño

Jefe de Interior de COPE

Madrid

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 23:48

El móvil del crimen aquí sí cuenta. Los investigadores barajan como hipótesis que el autor (uno o varios) que remitió tres cartas amenazantes a distintas sedes del Ministerio del Interior lo hiciera movido por un afán de notoriedad, o quizás como un simple acto de fanatismo. Tampoco descartan, entre otras posibilidades, que estemos ante una mera estrategia para conseguir otros fines. Así nos lo comentan fuentes al tanto de las investigaciones. En cualquier caso, concluyen, parece claro que no están hechas para ser cumplidas. Eso sin restar un ápice de gravedad a un delito como este.

Primeras líneas de trabajo a partir de los datos que se van conociendo y con los que se intenta fijar un perfil del autor. En este momento, añaden mandos policiales consultados por COPE, no hay detectado en España un nivel de violencia política tan organizada y enloquecida como para plantear con seriedad atentar contra la cúpula de la seguridad del país y decirlo. “Si vas a hacerlo, no amenazas”, me cuenta un comisario con un largo historial en este tipo de investigaciones.

La detección este lunes de un cuarto envío amenazante a la ministra de Industria, Reyes Maroto, introduce un nuevo elemento inquietante en el trabajo de los investigadores. EL remitente había puesto su nombre y apellidos en el sobre que contenía una navaja de pequeño tamaño, debidamente camuflada bajo un CD-ROM, haciéndose indetectable al escáner del ministerio, cosa que ocurrió. Incluso dejando un rastro indubitado: el día 21 de abril depositó el paquete en la oficina de Correos de El Escorial (Madrid) a las 13'24h de la tarde. Pagó por el envío 2'50€.

Así consta en la papeleta del envío. El presunto autor de esta remisión, que sufre una esquizofrenia diagnosticada, según las fuentes policiales consultadas, no ha sido detenido. Tampoco se ha producido ningún registro de sus pertenencias. El caso, con autor conocido, está judicializado y se está a lo que decida su señoría. Aun así, creen los investigadores que no está relacionado con los tres envíos amenazantes anteriores. Y eso que cuando el vecino de El Escorial manda el suyo a Reyes Maroto aún no se han hecho públicas las amenazas recibidas en distintas sedes del Ministerio del Interior el 21 y 22 de abril. Se descarta, por lo tanto, un posible efecto imitación o contagio.

Correos investiga por qué el sistema no detectó en el Centro de Tratamiento Automatizado de Vallecas los tres paquetes recibidos en Interior. Se señala como responsable de error al vigilante de la empresa subcontratada que estaba pendiente del escáner. Correos ha convocado a los sindicatos este martes para informarles sobre el estado de la cuestión. Los controles no funcionaron mejor en el destino de las amenazas: las fuentes consultadas por COPE afirman que en el Ministerio del Interior la carta dirigida a Grande Marlaska la abrió personal de su secretaría en la antesala del despacho oficial. Ellos se llevaron el susto, comenta alguien en el propio edificio de Castellana 5. Una versión que no confirman las fuentes oficiales consultadas. Aclaran, eso sí, que la carta no llegó al despacho del ministro, que se encontraba en ese momento, el pasado jueves, en un acto oficial en El Pardo. Algo parecido ocurrió con el sobre enviado a la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, quien también estaba fuera de Madrid.

El titular de Interior se ha limitado a afirmar en la Sexta que “los servicios funcionaron razonablemente bien”. Ahora se hace una reevaluación del dispositivo de seguridad por parte de la Secretaría de Estado de Seguridad en torno a los amenazados por si fuera necesario reforzarlos.

Las amenazas de muerte, incluso con el envío de munición u otros elementos, suele producirse con cierta frecuencia en nuestro país. Muy pocas son reales, pero se investiga por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad, aunque suele ser complicado llegar al autor de la misma. Así ocurrió en 2014-2015 en Madrid con “el loco de las cartas”, como le llamaban algunos investigadores. Un individuo se hacía con direcciones de profesionales liberales en la zona del barrio de Salamanca, incluso la calle Génova de la capital, y les enviaba amenazas de muerte sin dejar rastro. Al parecer él mismo echaba los sobres en los buzones. Nunca se le localizó.

La policía busca ahora un rastro de ADN o una huella en algunos de los sobre remitidos. También se intenta completar la trazabilidad de las misivas: dónde, cómo y cuándo se cursaron. Esta información está ya muy avanzada. Se busca ahora el punto concreto en el que alguien pudo echar los envíos, por ejemplo, a un buzón de Correos. Habrá que revisar, entonces posibles grabaciones de cámaras de seguridad que recojan ese momento. Un trabajo, dicen fuentes policiales, muy complejo, en cualquier caso. Un agente de la benemérita, del Servicio de Información, asegura a COPE: "si no aparece un rastro en uno de los cartuchos no hay nada que hacer".

Otras fuentes policiales consultadas ratifican la idea de que el emisor de las amenazas busca publicidad. "Y por lo pronto -nos dicen- lo está consiguiendo". La discreción siempre ayuda en este tipo de investigaciones, y así se hace en la inmensa mayoría de los casos. "En esta ocasión se ha optado por la publicidad y eso no ayuda", dice un comisario. Para colmo el avance de las pesquisas se produce en medio de una campaña electoral en la que cada última hora es jaleada por unos u otros en los mítines de partido. Y todo esto con el propio ministro del Interior o la directora de la Guardia Civil en medio del terreno electoral al tiempo que dirigen institucionalmente los Cuerpos de Seguridad que investigan unos hechos tan sensibles.

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