El Tratado de la UE (TUE), también conocido como Tratado de Maastricht, es uno de los tratados fundacionales de la unión. Fue firmado en 1992 en la ciudad holandesa de Maastricht, aunque no entraría en vigor hasta el 1 de enero de 1993. Se trata de un documento vinculante para todos los Estados miembro, incluido para los futuros miembros. Ahora que estos días los europeos estamos llamados a las urnas para elegir a nuestros representantes en el Parlamento Europeo, nunca está de más cómo se forjó esta alianza europea. Antes del Tratado de Maastricht, el documento original estaba formado por una serie de tratados:

• El Tratado constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, que fue firmado en París en 1951 entre Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Es el documento que posteriormente daría lugar a la UE. El objetivo era reorganizar el sector siderúrgico, tan dañado tras la II Guerra Mundial, y que jugaba un papel esencial en la década de los 40 y 50. Para ello, era esencial la reconciliación franco-alemana, que acabó por ser la primera piedra para la reconstrucción europea tras el conflicto.
• El Tratado de la Comunidad Europea de la Energía Atómica: se creó en Roma, pocos años después de que el Tratado del Carbón y del Acero, en 1957. Se trata de un organismo encargado de coordinar los programas de investigación de la energía nuclear. La implantación de este tratado, supuso sentar las bases para la utilización pacífica de la energía atómica en la UE. Junto a este tratado, se firmó el ‘Mercado Común Europeo’, que dio origen a la Comunidad Económica Europea. Gracias a esta alianza, en la que están implicados todos los estados miembro, es crear un mercado especializado para la energía nuclear, para su distribución en el interior de la UE  y para vender el sobrante a los Estados no miembros.

Varias décadas después, se firmaría el Tratado de Maastricht, que venía a culminar un texto normativo, y que añadía dos pilares político-jurídicos: la política exterior y de seguridad común, y por otro lado los asuntos de justicia e interior. El documento constituye un proceso de integración, en el que se daba un paso más al objetivo europeo del ‘Mercado Común’, dándole un componente más político, de mayor cooperación entre los gobiernos nacionales. No obstante, pese a que sus decisiones se toman en consenso, las competencias de la Comisión, el Parlamento Europeo o el Tribunal de Justicia son escasas, aunque con el paso del tiempo ha ido reforzando sus funciones, mediante la creación del Comité de las Regiones, de carácter consultivo, o la creación del Banco Central Europeo.

Realmente, el gran paso que constituyó este tratado fue la creación de una moneda única, el Euro, que constaría de varias fases entre 1990 y 1999. La primera fue la plena liberalización de la circulación de capitales en la primera mitad de la década de los noventa, a continuación que  cada país coordinara sus políticas económicas para reducir la inflación, los tipos de interés o controlar el déficit. Finalmente, la nueva moneda entró en vigor el 1 de enero de 2002. Por otro lado, el tratado recoge la implantación del denominado Fondo de Cohesión, que proporciona  una ayuda financiera en los sectores de medio ambiente y de las redes europeas en materia de infraestructuras del transporte.

Además, se refuerza la cooperación entre los gobiernos, estableciéndose una Política Exterior y de Seguridad Común, que permita emprender acciones comunes en materia de política exterior, pese a que EEUU y la OTAN siguen siendo principales actores en este terreno. En cuanto a justicia y los Asuntos de Interior, el terrorismo, la inmigración, el tráfico de drogas o la cooperación judicial son los principales ejes. Para ello, se procedió a la creación de la Europol,el germen de una futura policía europea.