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"Balandrau" recuerda la ventisca que costó diez vidas en los Pirineos en 2000

La vigésimo cuarta edición del festival de cine DocsBarcelona comienza el 18 de mayo con el filme "Balandrau, infern glaçat", la historia de la ventisca de nieve y frío en los Pirineos en la que murieron diez personas en 2000, con la que su director quería mostrar "la fuerza de la naturaleza".,El 30 de diciembre de 2000, a las dos del mediodía, empezó el episodio meteorológico más brutal y terrible registrado en los Pirineos y el tercer peor accidente en todo

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 15:07

Jose Oliva

La vigésimo cuarta edición del festival de cine DocsBarcelona comienza el 18 de mayo con el filme "Balandrau, infern glaçat", la historia de la ventisca de nieve y frío en los Pirineos en la que murieron diez personas en 2000, con la que su director quería mostrar "la fuerza de la naturaleza".

El 30 de diciembre de 2000, a las dos del mediodía, empezó el episodio meteorológico más brutal y terrible registrado en los Pirineos y el tercer peor accidente en todo el mundo producto de la violencia del viento en las montañas.

En pocas horas, y mientras la ciudadanía se preparaba para el cambio de año y de milenio, diez personas se dejaron la vida en las montañas catalanas y otras muchas tuvieron que luchar con todas sus fuerzas contra la ventisca, un "monstruo de frío, nieve y viento" que durante dieciséis horas convirtió la sierra en una trampa mortal.

En una entrevista con Efe, el director del filme, Guille Cascante, ha explicado que el punto de partida fue el libro "Viento salvaje. Crónica de una tragedia en los Pirineos" ("Tres nits de torb i un cap d'any", en su edición en catalán), del meteorólogo Jordi Cruz, el relato de los supervivientes y de los bomberos que los rescataron.

Al ver la entrevista que Albert Om hizo en RAC1 a Josep Maria Vilà, uno de los supervivientes, Cascante concluyó que en esa trágica historia, poco conocida veinte años después, había un "superdocumental".

Al mismo tiempo, añade Cascante, se trataba de hacer "el antidocumental, porque se partía de unos testimonios y después se tenía que recrear todo".

Su participación con las dos temporadas de la serie de no ficción de TV3 "Crims", de Carles Porta, en la que recrean conocidas historias de la crónica negra, facilitó la experiencia para afrontar el proyecto.

La potencia del viento en aquella ventisca alcanzó los 180 kilómetros por hora, que, como señala el documental, no solo aumenta el riesgo de avalanchas, sino que produce dos situaciones que pueden ser mortales: el viento levanta la nieve y dificulta la visión hasta el extremo que es difícil ver más de medio metro y la sensación térmica pasa de 2 o 3 grados negativos hasta los 30 o 40 bajo cero.

"La ventisca puede trasladar las duras condiciones de la cumbre del Everest a los Pirineos en pocos minutos", resume Cascante, cuyo objetivo con este documental era "reflexionar sobre la pequeñez del ser humano frente a la fuerza de la naturaleza".

Remarca el director que las personas atrapadas en aquella ventisca "no fueron imprudentes, eran expertos de la montaña, pero fueron víctimas de un cúmulo de mala suerte y de un fenómeno meteorológico extraordinario, y como había nevado se creó la tormenta perfecta".

El documental también reflexiona, señala Cascante, sobre "la culpa del superviviente" a través de la historia de Josep Maria Vilà, que "ha vivido la carga de ser el único que sobrevivió de su grupo y que vio morir a su compañera".

El testimonio de Josep Maria Vilà, que actualmente vive en México, sirve como eje troncal narrativo, y, aunque hay momentos en los que se emociona, Cascante quiso que "el tono de la película fuera contenido y no traspasara cierta línea, intentando ser respetuosos".

Para Cascante, la película es también "una buena ocasión para rendir homenaje a las personas que perdieron la vida en 2000".

El equipo de dirección afrontó la grabación del documental "en unas condiciones atmosféricas parecidas" a las de 2000: "Hemos intentado rodar durante pequeñas ventiscas, con poca visibilidad y con niebla".

Para equilibrar la tensión narrativa, "Balandrau" aporta asimismo el testimonio de los otros tres montañeros, que inicialmente estaban también desaparecidos, pero que fueron rescatados con vida por los bomberos, lo que sirve de "contrapunto".

Aunque el equipo intentó incorporar "poca intervención actoral", fue necesario, justifica Cascante, recurrir a un actor porque se tenía que "arriesgar un poco para que llegara al espectador el sufrimiento de Vilà".

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