Un grupo de investigadores abre una lata de salmón caducada hace 50 años y lo que descubren dentro es todo un hallazgo para la historia

A pesar de que algunas latas presentaban oxidación o daños, los tejidos estaban lo bastante bien conservados como para hacer análisis detallados, sin necesidad de usar muestras frescas o congeladas

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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¿Qué puede enseñarnos una simple lata de salmón olvidada en una estantería desde hace décadas? Mucho más de lo que parece. Un grupo de científicos en Estados Unidos ha recurrido a conservas procesadas entre 1979 y 2019 para investigar cómo han cambiado los ecosistemas marinos a lo largo del tiempo. Gracias a ellas, han reconstruido la evolución de los parásitos en distintas especies del Pacífico, descubriendo patrones que habrían sido imposibles de detectar con muestras actuales.

El estudio, publicado en la revista Ecology and Evolution, se centró en filetes de cuatro tipos de salmón —chum, coho, rosado y rojo (sockeye)— capturados en el Golfo de Alaska y la Bahía de Bristol. Las latas, originalmente almacenadas por motivos de control de calidad en plantas procesadoras comerciales, terminaron convirtiéndose en una gran fuente de información científica décadas después.

"UNA CÁPSULA DEL TIEMPO", SEGÚN LOS INVESTIGADORES

Aunque los datos sobre parásitos suelen perderse con el tiempo, estas latas actuaron como cápsulas del tiempo. Los tejidos estaban tan bien conservados que los investigadores pudieron identificar y contar distintos parásitos, como nematodos del género Anisakis, cestodos y trematodos.

En total, se analizaron 178 latas. Los investigadores diseccionaron los filetes de pescado y contaron cuántos gusanos había por cada gramo de tejido. Los resultados revelaron un aumento significativo de anisákidos con el paso del tiempo en dos especies —el salmón chum y el rosado—, mientras que en el salmón rojo y el coho la carga parasitaria se mantuvo estable.

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CAMBIOS EN EL ECOSISTEMA

Según los investigadores, el aumento de parásitos podría tener una explicación: la recuperación de mamíferos marinos protegidos desde los años 70. Focas, leones marinos y ballenas actúan como hospedadores clave en el ciclo de vida de los anisákidos. Al crecer sus poblaciones, también lo habría hecho la presencia de estos parásitos, que se propagan a lo largo de toda la cadena alimentaria marina.

 UN NUEVO ENFOQUE PARA ESTUDIAR EL PASADO

Aunque el estudio no buscaba comprobar si las latas seguían siendo comestibles, su valor científico quedó claro. A pesar de que algunas presentaban oxidación o daños, los tejidos estaban lo bastante bien conservados como para hacer análisis detallados, sin necesidad de usar muestras frescas o congeladas.

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Los investigadores creen que este enfoque podría aplicarse a otras conservas marinas antiguas, como moluscos o mariscos, para seguir el rastro del cambio climático y la huella humana en el océano. Porque, tal y como concluyen, cada lata puede encerrar una historia única sobre cómo eran, y cómo han cambiado, nuestros mares.

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