El calor ha sido el protagonista en el segundo día de camino de la hermandad de Córdoba. Con salida desde una finca cercana al polígono Amargacena, la comitiva debía recorrer cerca de 35 kilómetros hasta llegar a su segundo día de camino. Mucha travesía que vino marcada por el calor por unos senderos con poco cobijo.

Los páramos de la carretera de Guadalcázar fue el acompañante de la matinal, antes de llegar a La Torvizca, donde se rezó el ángelus con el acompañamiento de parte de un coro rociero, que le dio color a este emotivo momento. A eso se le sumaron varias sevillanas del coro y del pitero, quien en este camino cumple su número 26 con la misma hermandad.

En la dehesa El Hecho tuvieron el sesteo, que es como se conoce a la parada del mediodía para comer. Sobre las cinco y media y después de reponer fuerzas, la tarde le llevó por los caminos cercanos a La Carlota, siempre a la linde derecha de la autovía que va camino de Sevilla y por el interior de esa zona de La Campiña. La jornada del sábado llevará ya a terreno de la Archidiócesis de Sevilla. Tras unos kilómetros después de la salida, la comitiva caminará por terreno de Sevilla, para que, tras otros 36 kilómetros, la hermandad llegue hasta la Luisiana. La salida será a las 7.00 de la mañana y se espera llegar sobre las 20.30 horas de la tarde.

Las paradas de fe en el camino

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El camino de la hermandad de Córdoba es uno de los más duros de todos los que finalizan en la Aldea de El Rocío. En cada uno de los días, los peregrinos tienen varios momentos emotivos junto al Simpecado. Nada más levantar se le reza antes de partir y a mediodía se reza el Angelus, cada día en un lugar escogido para la ocasión y que es especial. En La Torvizca, la ermita del Humilladero de Écija o en el cortijo de la Señorita son algunos de esos puntos.

Cada jornada, al finalizar, el consiliario, Tomás Pajuelo, ofrece una misa al lado de la carreta. Además, en el librito de camino que cada hermano recibe de forma digital antes de partir, se encuentra con una lectura del evangelio por día y con una reflexión, con la que la hermandad invita a sus hermanos a vivir con aún más fe la dureza del camino. Estos actos individuales se completan con los que se suman a los que también se realizan de forma externa, como la parada en la iglesia de Coria del Río o la que tiene lugar en Villamanrique el jueves.