Jorge Ernesto Bergoglio, primo del Papa Francisco, describe cómo era siendo cardenal y qué cambió en él cuando fue elegido Sumo Pontífice
Uno de los miembros de la familia de Francisco recuerda algunas de las anécdotas más divertidas y entrañables de las reuniones con el Papa y las visitas al Vaticano

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La familia Bergoglio está formada por muchos miembros y, entre ellos, se encuentra Jorge Ernesto, primo tercero del Santo Padre. Él no tenía relación directa con la familia más inmediata del Papa Francisco hasta que, en una reunión familiar, se dieron cita para conocerse: “Ahí estuvimos reunidos todos los primos, pero después lo fui a ver cuando era cardenal. Lo visitamos con mis hijos, nos atendió muy bien, me confesó. Eso fue bastante antes de ser Papa. Me llevó a una habitación al lado, me escuchó lo que yo decía, porque estaba mal yo en mi vida, y me puso la mano en el hombro y me dijo: quédate tranquilo, que yo tengo el poder. Me temblaban las piernas, mi amigo. Bueno, y después lo fuimos a visitar otra vez, y mandaba los mails de su homilía, y ejercía su ministerio como lo conocimos siempre”.

En esos momentos, siendo cardenal, Jorge comenta que él ya percibía cómo no se sentía del todo completo: “Yo no lo veía contento, se le veía muy frustrado. Y después, cuando lo eligieron Papa, apareció una doble foto en una revista de acá de Argentina, donde estaba la foto del cardenal, con gesto adulto, vestido de negro, y al lado, el Papa, que era como si se hubiera liberado, sonriente, vestido de blanco. Para su primo, siempre hubo algo dentro de él que le impulsaba a hacer cosas más grandes: “Yo creo que él siempre pensó en lo que debía hacer la Iglesia. Como le tocó a él, pudo llevar a cabo todo su pensamiento, que no había podido hacer acá en la Argentina mientras era cardenal. Y así nos legó ese fantástico conjunto de ejes básicos que transformaron la Iglesia y espero que transformen también el mundo y que el que nos siga continúe”.
Las anécdotas de los Bergoglio
Cuando lo eligieron Papa, los Bergoglio se reunieron, de nuevo, un total de 400 miembros de la familia, y, posteriormente, Jorge Ernesto se desplazó al Vaticano para entregarle al Santo Padre un cuadro con la foto familiar.

En una de estas visitas a Roma, Jorge, se encontraba en un restaurante y su apellido hizo que saltaran las alarmas: “Fue una cosa maravillosa y emocionante, porque estábamos ahí, en una trattoria, al pie de una iglesia, con la luna, se iluminaba todo, y salió a los gritos”. Jorge se refiere a uno de los camareros que, al ver el apellido en la tarjeta de crédito, no pudo evitar mostrar su entusiasmo: “Dice, ¿qué son ustedes de Francisco? Y salió a los gritos, llamando, vengan todos, a conocer al primo de Francisco. Limoncello, invita a toda la casa. Vinieron los mozos, los cocineros, los comensales, todos, hicimos ahí una fiesta de Limoncello. Muy divertido, muy emocionante, pero la frutilla del postre de todo esto, y por eso cobra relevancia a esa anécdota que sería en sí misma sin mucha importancia, es que cuando nos íbamos, el dueño de la trattoria me llamó y me dice: quiero decirte que yo soy musulmán. Y se me cayeron las medias, y me di cuenta de la transición mundial, ecuménica, que tenía Francisco, que estaba llevando a cabo”.