El misterioso hallazgo arqueológico de Granada que saltó a la fama gracias a Encarnita: no era un baptisterio
El carisma de Encarnita se hizo célebre en toda España un hallazgo arqueológico de Granada: un monumento romano excepcional, hoy Bien de Interés Cultural y todavía misterioso

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La historia arranca hace más de un siglo, cuando Francisco Serrano Rodríguez, conocido como “El Toleo”, araba sus tierras en el paraje de la Matagrande, en Gabia Grande. Al topar con unas estructuras ocultas bajo el suelo, pensó que había hallado una mina. La sorpresa fue mayúscula: se trataba de los restos de un criptopórtico romano único en España, parte de una villa tardía aún sin excavar.
Un agricultor frente al misterio subterráneo
El propio Serrano emprendió las primeras excavaciones junto a peones de la localidad, sacando a la luz galerías subterráneas, escaleras y una cámara con ábside. Con el tiempo, los arqueólogos confirmaron que la construcción databa del siglo IV y que su decoración combinaba mosaicos, mármoles y teselas vítreas, hoy prácticamente desaparecidos.
La estructura, con una galería de más de 30 metros de largo y una cámara central con escaleras de caracol y pileta octogonal, alimentada por conducciones de plomo, se convirtió en uno de los hallazgos arqueológicos más singulares de Granada.
Criptopórtico, no baptisterio: la verdad detrás del hallazgo
El criptopórtico de Las Gabias ha sido objeto de estudios arqueológicos que han permitido determinar su verdadera naturaleza y función. Aunque en su momento se consideró un baptisterio paleocristiano, investigaciones más recientes han confirmado que se trata de un criptopórtico romano.
La diferencia entre un criptopórtico y un baptisterio radica en su función y diseño arquitectónico. Un criptopórtico es una galería subterránea construida para nivelar el terreno y servir de soporte a edificaciones superiores, mientras que un baptisterio es un edificio destinado al rito del bautismo en el cristianismo primitivo. El criptopórtico de Las Gabias presenta características arquitectónicas propias de una villa romana, como una galería abovedada de más de 30 metros de longitud y una cámara central con ábside, elementos que no son típicos de un baptisterio. Además, los estudios arqueológicos han revelado que la estructura formaba parte de una villa romana de lujo, lo que refuerza su identificación como criptopórtico.

Túnel de entrada al baptisterio
Un tesoro romano en manos de una familia
Tras la muerte de “El Toleo”, el monumento quedó bajo custodia de su familia. Durante décadas, los descendientes protegieron el acceso a aquel recinto subterráneo, evitando saqueos y manteniendo vivo el legado.
Aunque los arqueólogos como Juan Cabré Aguiló y Leopoldo Torres Balbás realizaron estudios y restauraciones en los años veinte, fue la familia la que, en la práctica, se convirtió en guardiana del lugar. Y lo hizo hasta bien entrado el siglo XXI.
El monumento fue protegido en 1931 como Monumento Nacional y en 2004 declarado Bien de Interés Cultural, pero su conservación real recayó durante mucho tiempo en los herederos de aquel agricultor que lo descubrió por azar.
Encarnita, la guardiana que se convirtió en fenómeno
El criptopórtico alcanzó fama nacional gracias a la televisión. Primero en 2002, cuando Javier Cárdenas lo llevó a Crónicas Marcianas en tono humorístico. Pero fue en 2006, con el programa Callejeros, cuando el lugar y sus guardianes se convirtieron en fenómeno viral.
Encarnita Rojas, nieta del descubridor, se presentó ante las cámaras con un carisma peculiar que dejó frases para la posteridad. Su “¡Alúmbrame a mí!”, exigiendo protagonismo mientras sostenía una foto de su abuelo, se convirtió en meme antes de que existiera el concepto. Su espontaneidad y ternura cautivaron a millones de espectadores, que conocieron el criptopórtico a través de ella.
Más tesoros del Patrimonio Nacional
Pese a las burlas, Encarnita dedicó su vida a proteger la entrada frente a expolios y curiosos, convencida de que allí reposaba “un tesoro histórico, no material”. Hasta su muerte en 2018, a los 91 años, mantuvo viva la memoria de aquel hallazgo fortuito.
El criptopórtico de Las Gabias es, en definitiva, un lugar donde se entrelazan el azar de un agricultor, el esplendor romano y el carisma inesperado de una mujer que convirtió la arqueología en fenómeno popular.