Dos alemanes encuentran un objeto único con un detector de metales: tres años después, acaban en la cárcel
Henry Westphal y Mario Renner exploraban la colina de Mittelberg, cerca de Nebra, cuando un hallazgo inesperado los llevaría a la cárcel por lo que hicieron con él

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En 1999, dos buscadores de tesoros, Henry Westphal y Mario Renner, cavaban en la colina Mittelberg, cerca de la ciudad de Nebra, Alemania. Armados con detectores de metales —y sin permiso alguno— dieron con un depósito sorprendente: un disco de bronce de 30 centímetros de diámetro, incrustado con símbolos dorados que representaban el Sol, la Luna y un cúmulo de estrellas identificado con las Pléyades.
Junto al disco aparecieron espadas, hachas, un cincel y brazaletes en espiral, piezas que confirmaban la importancia ritual del hallazgo. Sin embargo, los saqueadores dañaron el disco al extraerlo y, conscientes de la ilegalidad de su acto, lo vendieron al día siguiente por apenas 31.000 marcos alemanes. Durante dos años, el tesoro cambió de manos en el mercado negro, alcanzando precios de hasta un millón de marcos.
El secreto duró poco. En 2002, el arqueólogo estatal Harald Meller organizó una operación encubierta en Basilea, donde se recuperó el disco de una pareja que lo ofrecía por 700.000 marcos. La policía detuvo a los traficantes y los saqueadores fueron finalmente localizados. Tras un juicio, ambos fueron condenados a prisión.
Un tesoro de la Edad del Bronce
Los estudios científicos confirmaron pronto lo que los arqueólogos sospechaban: el disco, datado entre 1800 y 1600 a. C. y atribuido a la cultura Únětice, era auténtico. Los análisis de radiocarbono en las espadas halladas junto a él, así como estudios de los metales y la pátina, situaban el enterramiento hacia el 1600 a. C.

CC BY-SA 4.0. Replica of the find situation of the Nebra Sky Disc for the German exhibition Der geschmiedete Himmel (German "The forged sky")
El Disco Celeste de Nebra presenta la representación más antigua de fenómenos astronómicos de la historia, muy anterior incluso a los registros escritos de Mesopotamia. Los investigadores identificaron arcos dorados que marcan los solsticios, un posible barco solar en la parte inferior y un complejo sistema de estrellas y símbolos que revelan un profundo conocimiento de los ciclos celestes.
En 2013, la UNESCO lo incluyó en su Registro Internacional de la Memoria del Mundo, describiéndolo como “uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX”. Hoy se conserva en el Museo Estatal de Prehistoria de Halle, Sajonia-Anhalt.
El cielo en un objeto portátil
Más allá de su belleza, el disco encierra un significado científico y religioso. Los expertos creen que servía como herramienta para sincronizar los calendarios solar y lunar, permitiendo elaborar un calendario lunisolar. El motivo central, con una luna creciente junto a las Pléyades, recuerda reglas astronómicas que también aparecen en antiguos textos babilónicos.
Otros detalles sugieren influencias lejanas: el oro del disco procede de Cornualles (Inglaterra), y la idea de la barca solar remite a la mitología egipcia. El hallazgo demuestra que hace 3.600 años existían intensos contactos culturales y comerciales entre Europa Central, el Mediterráneo y Oriente Próximo.

El disco celeste de Nebra, c. 1800-1600 a. C.
El propio yacimiento de Mittelberg refuerza esta visión. Desde la colina, el Sol se alinea en los solsticios con puntos concretos del horizonte, como el monte Brocken. Este detalle vincula el disco con otras construcciones astronómicas europeas, como Stonehenge o el círculo de Goseck.
Un legado que viaja al espacio
El Disco de Nebra no solo se estudia en museos. En 2021, una réplica fue enviada a la Estación Espacial Internacional en la misión Cosmic Kiss del astronauta alemán Matthias Maurer, un gesto que unió la astronomía de la Edad del Bronce con la exploración moderna del cosmos.
El hallazgo, marcado por el saqueo, el contrabando y la recuperación policial, acabó transformándose en un símbolo universal: el primer mapa estelar de la humanidad, testimonio de que nuestros ancestros ya miraban al cielo buscando respuestas.