El Padre José Giner: el sacerdote más longevo del mundo que sigue jugando al ping-pong a los 94 años
Desde Ecuador, el catalán José Giner irradia alegría, fe y esperanza tras 70 años dedicados al sacerdocio

Padre José Giner, el sacerdote más longevo del mundo
Madrid - Publicado el
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Con 94 años y una vitalidad que asombra a quien lo escucha, el Padre José Giner continúa viviendo su vocación con una sonrisa. Nacido en Barcelona, lleva siete décadas entregado a Dios y gran parte de su vida la ha pasado en Ecuador, donde sigue celebrando misa, acompañando a los pobres y compartiendo su energía con los más jóvenes.
“Soy un hombre de Dios y tengo mucha alegría interior”, ha asegurado. En su paso por TRECE, ha recordado cómo San Josemaría Escrivá de Balaguer lo envió a tierras ecuatorianas cuando apenas tenía 22 años. Desde entonces, no ha dejado de servir.
Su receta para la longevidad ha sorprendido a muchos: “No tomo pastillas ni tratamientos. Dios me cuida. Como poco, mucha fruta, y juego al ping-pong con los niños del colegio”, ha mencionado entre risas. El secreto, ha explicado, está en vivir con sobriedad y gratitud. “Ellos me transmiten juventud, y eso me da alegría cada día”, ha añadido.

Padre José Giner, el sacerdote más longevo del mundo
Una vida al servicio de los más humildes
El Padre Giner ha dedicado su ministerio a acompañar a los enfermos y a los más pobres. “En Ecuador hay mucha diferencia social, y mi deber es estar con quienes más sufren”, ha comentado. Uno de los lugares que visita con frecuencia es SOLCA, una institución que atiende a enfermos de cáncer. “Allí hay una paz maravillosa; siempre salgo con el corazón lleno”, ha contado emocionado.
A pesar de su edad, mantiene una rutina activa: celebra misa, juega al ping-pong y conversa con los niños. Para él, la vida está llena de belleza cuando se vive desde la sencillez. “Los niños tienen una sabiduría natural, como el jugo de una fruta: pura, sincera y llena de vida”, ha reflexionado.
El mensaje de esperanza de un hombre de fe
En tiempos marcados por la violencia y la desesperanza, el Padre Giner ha invitado a no perder la fe ni la alegría. “El mundo no son las guerras ni los políticos, somos nosotros. Si hay esperanza, fe y sonrisa, todo marcha bien”, ha afirmado. Su visión es clara, la esperanza es un don divino que se cultiva con pequeñas acciones diarias: saludar, servir, y sonreír.
“El Señor lo hace todo, nosotros solo tenemos que estar dispuestos”, ha resumido con humildad. A sus 94 años, su voz sigue siendo un faro para muchos creyentes, recordando que la fe no envejece.