Puri y Jorge, el matrimonio que perdió a una hija con 17 años: "El día más feliz fue cuando descubrí que Irene estaba en los brazos de Dios"
El matrimonio se declaraba agnóstico y decidieron casarse por lo civil, convencidos de que la fe no tenía sentido para ellos. La muerte de su hija les llevó a un camino de conversión que comparten en 'Ecclesia es Domingo'

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Puri y Jorge se conocieron en la adolescencia. Ella, historiadora del arte; él, ingeniero industrial. Ambos se declaraban agnósticos y decidieron casarse por lo civil, convencidos de que la religión no tenía sentido para ellos. “Nos hemos criado en familias cristianas, pero en la adolescencia nos fuimos apartando. Casarnos por la Iglesia me parecía algo teatral, incoherente. Me parecía falso”, recuerda Puri en 'Ecclesia es Domingo'.
A pesar de su distancia con la fe, siempre mantuvieron un vínculo familiar fuerte. Tuvieron dos hijos, Jaime e Irene, a los que no bautizaron de pequeños porque, dicen, no querían condicionar sus creencias. Sin embargo, los niños lo pidieron por iniciativa propia. “Irene lo tenía clarísimo y Jaime, que tenía unos diez años, dijo que quería bautizarse y hacer la Primera Comunión. Fuimos a la parroquia y lo hablamos con el sacerdote”, cuenta Puri.
La vida de esta familia dio un vuelco en el verano de 2005. Irene, su hija pequeña, comenzó a sentirse mal en pleno mes de agosto. “Era rubia, con piel clara, pero estaba demasiado pálida y no podía andar. Decía que le dolían las piernas. Ella era poco quejica, así que la llevé al centro de salud”, relata su madre.
Lo que parecía una gripe estival se convirtió en una tragedia. “La mañana siguiente nos encontramos con que tenía derrames en el tronco, brazos y piernas. Fuimos volando al hospital y nos dijeron que tenía una infección muy grave. La metieron en la UCI”, añade Jorge. Seis días después, los médicos les comunicaron que Irene había muerto.
Un matrimonio en la búsqueda del sentido de la vida: “El amor por mi hija me hacía hacer cosas que nunca antes había hecho"
La muerte de Irene supuso un antes y un después para ellos. “Cuando veo que los médicos la dan por perdida, me encomendé a Dios. Una oración desde las tripas del corazón. Estuve rezando seis días y al sexto nos dijeron que Irene había muerto”, recuerda Jorge.
El vacío que dejó su hija se convirtió para Puri y Jorge en el punto de partida de una profunda búsqueda espiritual. Jorge, que se consideraba ateo, confiesa que llegó a pensar en quitarse la vida: “Pensaba que si esto es la vida, no tiene mucho sentido. Pero algo dentro de mí me decía que si encontraba el sentido de la muerte, encontraría el de la vida”.
Ambos comenzaron a leer sobre espiritualidad y religiones. Pasaron por libros de reencarnación, espiritismo y experiencias cercanas a la muerte, hasta que un amigo les envió por correo el libro 'Mero Cristianismo', de C. S. Lewis.
“Lewis define a Dios como un padre, un hijo y un amor entre ellos que es eterno. Cuando lo leí, me puse a llorar. Me di cuenta de que eso era lo que yo estaba viviendo: un amor que no muere”, explica Jorge.
Ese descubrimiento transformó su dolor en creatividad. “El amor por mi hija me hacía hacer cosas que nunca antes había hecho. Creamos una fundación para luchar contra la meningitis, que luego se convirtió en la Sociedad Española Contra la Meningitis. Ese amor por Irene era como si tuviera personalidad propia, como el Espíritu Santo. Así entendí la Santísima Trinidad”, ha continuado detallando Jorge.
De la pérdida al acompañamiento: "el día más feliz fue cuando descubrí que Irene estaba en los brazos de Dios"
Puri también vivió su proceso interior. “El dolor te destruye, pero nunca fuimos agresivos con los médicos. Hicimos el duelo juntos, y eso fue clave. Muchos matrimonios se rompen tras perder un hijo, pero nosotros decidimos sostenernos el uno al otro”, relata.
Con el tiempo, esa experiencia se transformó en servicio. Hoy forman parte de la Pastoral del Duelo, un grupo de acompañamiento para quienes han perdido a un ser querido. “Hay una metodología estructurada que va más allá del funeral. Las familias necesitan acompañamiento. En estos grupos tratamos temas como el perdón, la culpa o la diferencia entre resignación y aceptación”, detalla Jorge.
Puri resume su conversión con una frase que condensa toda su fe y esperanza: “He tenido muchos momentos felices en mi vida, pero el día más feliz fue cuando descubrí dónde estaba Irene: en los brazos de Dios. A partir de ahí, estoy con Él y espero que me lleve con ella cuando termine mi recorrido aquí”.
Veinticinco años después de aquella pérdida, Jorge y Puri se casaron por la Iglesia. Su historia es un testimonio de amor que venció a la desesperanza. “No es un amor de recuerdo, su amor sigue, huele a vida, crece. Y mi amor por ella también crece. Por eso sé que en algún lugar está”, ha expresado Puri.





