Una psicóloga describe el mayor peligro para las mujeres detrás del fallo de las pulseras telemáticas: "He depositado mi confianza en el Estado y ha fallado"

Macu Gortazar explica las consecuencias psicológicas que acarrea el grave fallo de las pulseras telemáticas entre mujeres que han sufrido violencia de género

Una persona muestra una pulsera electrónica de geolocalización telemática
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Macu Gortázar, en Poniendo las Calles

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

3 min lectura8:09 min escucha

La reciente polémica por los fallos en las pulseras telemáticas, creadas para proteger a las víctimas de violencia de género, ha encendido las alarmas en toda España. Estos dispositivos, diseñados para vigilar que los agresores no se acerquen a las mujeres que han denunciado malos tratos, son mucho más que una herramienta tecnológica: representan una promesa de seguridad. 

Sin embargo, cuando se descubre que pueden fallar, el impacto no es solo técnico. “En un primer momento aparece mucho miedo, incluso sensación de pánico”, explica la psicóloga Macu Gortázar en una entrevista en Poniendo las Calles. “La víctima piensa: ‘He depositado mi confianza en el Estado y ha fallado’”, señala con preocupación. De la confianza a la desprotección

Pulsera electrónica de geolocalización telemática

Europa Press

Pulsera electrónica de geolocalización telemática

"SE QUEDA UNA SENSACIÓN DE FRACASO GENERALIZADO"

Para muchas mujeres, la pulsera telemática es un símbolo de protección. Saber que existe una barrera física entre ellas y su agresor les permite rehacer su vida. Por eso, un error en el sistema provoca un golpe emocional profundo.

“Después del miedo llega la decepción, la sensación de fracaso”, describe Gortázar. “Se queda una sensación generalizada de falta de confianza: aunque me prometan que lo arreglan, ¿cómo sé que funciona de verdad?”.

Una pulsera electrónica de geolocalización telemática

David Zorrakino / Europa Press

Una pulsera electrónica de geolocalización telemática

Esa duda constante puede hacer que las víctimas vuelvan a sentir el mismo terror que experimentaron durante la violencia. “Incluso aquellas mujeres que no avanzan porque el dispositivo les recuerda lo que han vivido, cuando se lo quitas sienten un vacío, se sienten huérfanas”, advierte. 

El problema no se limita a la víctima individual. Según la psicóloga, el fallo de las pulseras telemáticas deja una huella en la credibilidad de las instituciones. “Da una sensación de incredulidad: quién me dice a mí que esto no ha fallado antes y no lo sabíamos”, afirma.

La pregunta que se hacen muchas mujeres es demoledora: ¿quién vigila que el sistema funcione? “Ya no es solo la tecnología, sino la confianza en las personas que están detrás, en el propio sistema judicial”, subraya Gortázar. 

Da una sensación de incredulidad: quién me dice a mí que esto no ha fallado antes y no lo sabíamos”

Macu Gortázar

Psicóloga

EL APOYO DEL ENTORNO CERCANO, VITAL

Ante esta pérdida de confianza, el apoyo del entorno cercano se vuelve esencial. “El papel de los apoyos sociales y familiares es mucho más importante que el dispositivo”, asegura la experta. “La gente que tenemos alrededor, nuestros amigos, compañeros de trabajo o familiares, nos ayuda a sentir que somos personas válidas con independencia de lo que pase”.

La psicóloga insiste en que, aunque las pulseras son una barrera útil, la verdadera recuperación depende de que la mujer recupere su seguridad interior. “Hay que ayudar a que esa persona encuentre la seguridad en sí misma para no depender de elementos externos”, explica. “Es lo primero que se pierde cuando se sufre violencia: la sensación de valer, de merecer algo distinto”.

¿Cómo puede el Estado reparar el daño tras un fallo tan grave? Para Gortázar, la clave es la información clara y la acción inmediata. “Lo primero es asumir y contar lo que ha pasado. Si no, las víctimas se sienten engañadas”, insiste.

Después, es fundamental ofrecer soluciones: “Hace falta un plan de acción visible. Explicar qué medidas se van a tomar para que no vuelva a suceder, dar recursos emocionales y apoyo psicológico. Solo a través de la acción se restaura la confianza”. 

Una pulsera de geolocalización telemática

Los errores en las pulseras telemáticas no son solo un problema técnico: pueden reabrir heridas, aumentar el miedo y minar la fe en las instituciones. “Para muchas víctimas, este dispositivo no es solo un aparato de control, es un símbolo de tranquilidad”, resume Gortázar.

Cuando esa tranquilidad se quiebra, el mensaje es devastador: “He confiado en el Estado y ha fallado”. Una frase que, como advierte la psicóloga, refleja el mayor peligro: que las mujeres vuelvan a sentirse solas frente a su agresor.

En un país donde la violencia de género sigue cobrándose vidas cada año, la fiabilidad de las herramientas de protección no puede ser opcional. La sociedad, las instituciones y el entorno de las víctimas tienen la responsabilidad de garantizar que la confianza perdida se recupere cuanto antes, porque en ello va la seguridad —y la vida— de muchas mujeres.

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