"En la misión hay que llevar el pan de la palabra y el de cada día": Serafín, 30 años en Zimbabue
Este misionero ha pasado más de 30 años en Zimbabue. Llegó joven pero la realidad que encontró era diferente a lo que esperaba. Fue entonces cuando aplicó la 'teología de la silla'

"En la misión hay que llevar el pan de la palabra y el de cada día": Serafín, 30 años en Zimbabue
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El 45% de la población mundial se encuentran en aquellas zonas llamadas 'territorios de misión'. Es decir, zonas del mundo extremadamente pobres en lo económico, en lo cultural y, por supuesto, en lo espiritual.Y en esas zonas (el 43% de todo el territorio mundial) sigue siendo necesaria la labor de los misioneros, como Serafín Suárez, que ha estado más de 30 años en Zimbabue.
España es el país con más misioneros de todo el mundo. Hay casi 10 mil registrados, 6 mil de ellos, en activo. Son datos que hemos conocido hoy en la presentación de la Memoria de Actividades de Obras Misionales Pontificias, cuya finalidad es la de fomentar la cooperación con la misión universal de la Iglesia y cumplir así lo que Jesús nos pidió hace 2.000 años: “Id al mundo entero y anunciad el Evangelio".
"Conoces la necesidad que tiene la Iglesia de extenderse"
Serafín Suárez pertenece al IEME, al Instituto Español de Misiones Extranjeras. Se trata de una asociación de sacerdotes diocesanos que dedican su vida a llevar el mensaje de la Iglesia por todos los rincones del mundo. Hemos tenido oportunidad de escucharlo en 'Mediodía COPE' y nos ha contado cómo nació su vocación misionera: "Te encuentras con otros misioneros que te cuentan su experiencia y la necesidad que tiene la Iglesia de extenderse y de llevar el mensaje de Jesús a todos los hombres y mujeres que están faltos de esa escucha".
"La teología de la silla: siéntate, obsérva, calla, abre los ojos, los oídos"
Era un chico joven y tenía ganas de salir al mundo y sobre todo ayudar, echar una mano en esos lugares en los que apenas hay recursos y en los que toda ayuda es bienvenida. Fue por decisión de su obispo el hecho de que Serafín viajase desde Badajoz hasta el continente africano. Llegó a su destino, hasta Zimbabue, con 28 años y, en sus propias palabras, 'con ganas de comerse el mundo' pero como suele ocurrir muchas veces en la vida, la realidad que uno se encuentra cuando llega a lugares así, poco o nada tiene que ver con lo que había imaginado. "Cuando llegas allí te das cuenta que eres un inúltil... no sabes hablar, ni comprendes la cultura de la gente. Me ayudó mucho lo que yo llamo 'la teología de la silla': siéntate, obsérva, calla, abre los ojos, los oídos... y después, ponte a trabajar.
Serafín también apuntaba que un misionero cuando llega a la misión va con dos manos abiertas: "Por un lado lleva el pan de la palabra, anunciando la buena noticia pero tiene que ir también acompañada del pan nuestro de cada día ofreciéndo a la gente comida, agua, educación, sanidad..."
"Se dice que la misión es el rostro bonito de la Iglesia, pero es como un tapiz"
Solamente había cinco sacerdotes locales cuando llegaron, empezaron a trabajar en una misión con más de 55 comunidades y con más de 200 kilómetros de distancia en total. Su objetivo se convirtió en estar cada vez más cerca de la gente. "Se dice que la misión es el rostro bonito de la Iglesia, pero es como un tapiz: si le damos la vuelta nos damos cuenta que está llena de cuerdas y nudos... Sin esa ayuda de tanta gente como OMP y más, ese tapiz no podría brillar como sigue brillando hoy en nuestra Iglesia".
Un trabajo que se ha realizado poco a poco, cada día, y con ayuda de muchas personas diferentes y ,después de 30 años, en palabras de Serafín, una muestra clara de que “Dios sigue trabajando”.Y todo, también, por supuesto, gracias al apoyo de Obras Misionales Pontificias que siguen haciendo posible que la Iglesia Católica pueda seguir atendiendo a los más de 1.100 territorios de misión que hay por todo el mundo.



