Nicaragua vuelve a ser noticia por la represión que está ejerciendo la dictadura sandinista -en el poder desde hace 16 años- contra la Iglesia. Si hace una semana contábamos en 'Mediodía COPE' cómo el régimen había confiscado la universidad más importante del país -la UCA, propiedad de los jesuitas-, esta mañana ha decidido arbitrariamente la expulsión del país de todos los miembros de esta orden. Dos decisiones que no han cogido a nadie por sorpresa.

"Nicaragua es un pueblo profundamente creyente, mayoritariamente católico y el régimen orteguista ha roto varios techos ya", ha dicho en 'Mediodía COPE' el periodista Israel González Espinosa, que lleva 4 años exiliado en España. "Esta confiscación es un robo lo que le han hecho a la Compañía de Jesús. Con la Universidad Centroamericana y con los bienes propios de los jesuitas, Ortega y Murillo cruzan otra línea roja en esta vorágine represiva. Quieren atornillarse en el poder sea como sea".

16 años de represión

En 2019 tuvo lugar uno de los hechos más sonados: el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, tuvo que salir del país rumbo a Miami después de ser acusado de revolucionario. En 2022, otro obispo, el responsable de los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal, Rolando Álvarez, fue arrestado sin que hubiese ningún tipo de cargo u orden de detención contra él. Una privación de libertad en la que se encuentra desde hace más de un año.

Sí han aceptado esa opción, la de vivir fuera de su país, otros cientos de nicaragüenses. Muchos de ellos opositores y religiosos. Entre ellos, Rafael Aragón, un misionero dominico que, aunque nacido en España, ha vivido durante más de 40 años en Nicaragua. Como él, desde 2018 (año de las revueltas), más de 77 sacerdotes y religiosos se han visto obligados a abandonar el país. Para él, este odio hacia el catolicismo es una contradicción del sandinismo. No solo porque el matrimonio que está en el poder (Ortega y Murillo) están casados por la Iglesia y se definen como creyentes, sino porque en sus orígenes, este movimiento tenía alianzas con sacerdotes y religiosos. Incluidos con varios jesuitas, que llegaron a ser ministros. Hoy, nos cuenta Rafael Aragón, la situación es muy diferente porque ya no existe la oposición al régimen. Los políticos contrarios al gobierno han sido encarcelados o expulsados del país, así que la única que puede hacer frente a la dictadura es la Iglesia… y por eso quieren acabar con ella.