En la mañana del 24 de enero, en las redacciones de informativos, lo normal es felicitar a los compañeros. El motivo es la celebración de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas y los reporteros. ¡Pero no es el único santo del día! También se celebra san Exuperancio; san Feliciano, obispo; san Sabiniano y santa Xenia, de modo que no te olvides de felicitarlos si conoces a alguno. Especialmente a los Exuperancios, que siempre les hace mucha ilusión que se acuerden de ellos.

Y es que son muchos los santos que aparecen en el santoral. Normalmente, por redondear, suele decirse que son unos 10.000, aunque nadie lo sabe con seguridad. Lo que sí podemos confirmar es que desde 1588 hasta el día de hoy se ha canonizado a 1726 personas.

"Este tipo de procesos son complejos, pero cada vez hay más gente formada, así que cada vez duran menos las causas. En España se hizo el año pasado un curso con más de 100 personas", ha explicado en 'Mediodía COPE' el nuevo promotor de la fe del Dicasterio para las Causas de los Santos, Alberto Royo, el único sacerdote que tiene la diócesis de Getafe trabajando en la Santa Sede. "Soy la persona que tiene que buscar la verdad y encontrar los problemas que pueda plantear la causa. Si fuese una causa civil, yo sería como el fiscal general del dicasterio, pero esto no es una causa porque no hay dos personas que luchen por un derecho".

El proceso ordinario para llegar a la santidad

En el proceso ordinario son cuatro escalones para llegar a la santidad. El primero es ser declarado siervo de dios. Eso se consigue después de que el Dicasterio para las Causas de los Santos, en Roma, examine un informe sobre la vida y las virtudes de la persona en cuestión. Después de eso, se abre una investigación, se reciben testimonios y, si el Dicasterio lo aprueba, el Papa es el que decide si la persona se convierte en venerable.

El tercer paso sería convertirse en beato. Para eso tiene que probarse un milagro o haber muerto por odio a la fe. Y por último, para ser santo, es necesario que haya un segundo milagro que, en este caso, ha tenido que suceder después de la fecha de la beatificación.