La Guardia Civil sigue recabando pruebas e investigando el presunto asesinato de las dos hermanas de dos y de cuatro años en Alboloduy (Almería) a manos de su padre. Según confirma la autopsia, el padre usó un pesticida para acabar con la vida de sus hijas y después se habría suicidado con las mismas sustancias que las utilizadas con sus hijas.

En Abla, municipio donde residía la madre con las niñas, vive su segundo día de luto oficial en medio del estupor por lo sucedido y de una pregunta que todo el mundo se repite, qué ha fallado aquí desde hace dos años. El padre tenía activa una orden de alejamiento sobre la madre que además se estaba incluida en el sistema de vigilancia VioGén, en unas semanas se iba a celebrar el juicio por violencia machista, pero en su día se decretó un régimen de visitas para el padre que los fines de semana de 12 a 6 de la tarde podía estar e incluso podía llevarse a las niñas.

Y este último aspecto es el que más sorprende, que pudiera ver a sus hijas. Una situación que explica en 'Mediodía COPE', Auxiliadora Díaz, titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Las Palmas; "el artículo 94 del Código Civil establece que cuando se encuentre en curso, cuando los menores hayan visto, sufrido o hayan presenciado simplemente un acto de violencia de género con independencia de que ese acto se ha dirigido contra ellos de manera directa, daría lugar dentro de un procedimiento civil a la suspensión de visitas”.

Además, “se establece una serie de medidas de carácter cautelar, es decir, que incluso sin necesidad de interponer una demanda de carácter civil, se pueda llevar a cabo dicha suspensión de visitas”.

Aboga la jueza por la necesidad de aplicar esas medidas de carácter cautelar “antes incluso del procedimiento civil o del procedimiento penal, solicitándolo bien sea por el ministerio fiscal, bien sea de oficio por parte del órgano judicial o bien sea por parte de la víctima”.

En este sentido, Auxiliadora Díaz insiste en un aspecto del que lleva pronunciándose desde 2016, “un maltratador nunca puede ser un buen padre” incidiendo en que“existe mucha tolerancia por parte de nuestra sociedad a entender de que a pesar de poder agredir, poder atentar de cualquier manera contra una mujer, no va a pasar nada con respecto a los menores”.

“Y no nos damos cuenta de que día a día se van incluyendo y lo vemos que se producen resultados bastante dañosos como consecuencia de esa actuación”.

Por eso recalca que “la violencia contra la mujer supone un ejercicio de violencia hacia los menores” y en consecuencia “los menores tienden a imitar, a tolerar, a entender que esa es la forma normal de relacionarse en el ámbito de pareja”.

Y señala como peligroso que “se sigue manteniendo a nivel intergeneracional”, subrayando que “los menores van a ser los adultos del mañana”.

Recuerda la magistrada que “cuando se ejerce la violencia sobre la mujer, también estamos produciendo graves daños a esos menores que vienen a producir efectos tanto en su personalidad como el desarrollo integral, creándole uchísimas secuelas como consecuencia de esas vivencias”

Por último, denuncia la jueza que “somos bastante tolerantes con la violencia que se ejerce sobre esos menores a través de la violencia que se ejerce hacia las madres” e insiste en la necesidad de “llevar a cabo campañas de concienciación y de sensibilización para que entiendan de una vez que estamos exponiendo a unos menores la que se produzca ese resultado de muerte”.

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