

"No tengan la hipocresía de despedir a José Mujica con lágrimas en los ojos, mientras tiran a la basura su ejemplo moral"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del miércoles 14 de mayo
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El mundo llora la muerte de José Mujica, expresidente de Uruguay. Y lo llora especialmente la izquierda, americana y española. Yo estoy lejos de los presupuestos ideológicos de José Mujica, que defendió un populismo utópico que en la práctica solo ha traído ruina y deterioro institucional a las repúblicas hispanoamericanas. Pero le reconozco una cosa importante, y valiosa: fue un tipo coherente en un oficio (el de la política) que se caracteriza por su gigantesca hipocresía. José Mujica predicaba el anticapitalismo, y lo cierto es que vivió y murió en su granja, a pesar de haber ostentado la máxima dignidad institucional de su país. Fue presidente de Uruguay durante un lustro y el poder no le cambió. Y eso merece un reconocimiento.
Repito que sus frases de taza de desayuno a mí me resultan un poquito cursis. El rollo de ese de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, y chorradas por el estilo. Pero lo diferencial en este caso es que Mujica se las creía. Vivió conforme a lo que predicaba, y eso en la izquierda es casi imposible de encontrar.
No pido que toda la izquierda viva en una granja. Me conformaría que no tratara de meternos en una granja a los demás"
Copresentador de 'Mediodía COPE'
Al difunto líder uruguayo una dictadura militar lo metió en un pozo durante diez años. Y Mujica lo superó, abandonó la connivencia con la lucha armada, se presentó a diputado y ganó ampliamente las elecciones en su país. Además terminó su vida reconociendo que las utopías no sirven para nada más, quizá, que para estar a bien con la propia conciencia. Y sobre todo tuvo la lucidez de alzar la voz contra Nicolás Maduro por haber robado las últimas elecciones, que ganó evidentemente Edmundo González. Para cualquier demócrata es obvio que Maduro es un dictador, pero la izquierda latinoamericana siente una siniestra fascinación por los caudillos: con esa tradición rompió Mujica denunciando a Maduro, como lo ha hecho por cierto también el chileno Boric. Y casi nadie más, eh. Ni Lula ni Petro ni el resto. Ni el melifluo Albares se ha atrevido a ser tan claro contra la tiranía venezolana, no vaya a enfadarse su jefe oficioso, que es José Luis Rodríguez Zapatero. El avalista internacional de la dictadura caraqueña.
Mira, la izquierda se ha especializado últimamente en ofrecer un programa de vida anticapitalista que ella misma se niega a asumir en su propia vida. Como ese ejercicio de decrecentismo declarativo que vimos durante el gran apagón: viva la desconexión, volvamos a la vida tranquila, como en la Edad Media. Camuflemos la incompetencia del Gobierno y su dogmatismo renovable en el civismo de los españoles. Ya, pero que sepamos Beatriz Corredor no ha renunciado a sus 546.000 euros anuales: no quiere vivir como Pepe Mujica.
Ojo, yo no pido que toda la izquierda viva en una granja. Me conformaría que no tratara de meternos en una granja a los demás, mientras ellos apañan un buen sueldo público o incluso negocian chalés con piano en la playa con una trama corrupta. No veo yo a Mujica colocando a una Miss Uruguay en un ministerio de su gobierno. Y ojo, hubo un tiempo en que también José Luis Ábalos militó en la izquierda utópica y se hizo del Partido Comunista antes de pasarse al PSOE.
Yo entiendo que la virtud de la austeridad no cunde demasiado entre nuestra clase política, tampoco en la progresista. Pero una de dos: o dejan de darnos la turra vendiéndonos la miseria como una virtud para disimular su incompetencia. O que no tengan la hipocresía de despedir a José Mujica con lágrimas en los ojos, mientras tiran a la basura su ejemplo moral".