Paco, profesor jubilado de Cuenca: "Empecé a dar clase en 1985 y, antes, un profesor tenía más respeto del alumnado; la gente cree que solo tiene derechos y no obligaciones"

La profesión vive una tormenta perfecta: un déficit de 45.000 docentes, la mitad del personal mayor de 50 años y una generación de jóvenes que rechaza la carrera

Imagen del interior de una aula
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Paco, profesor jubilado de Cuenca

Relata que empezó a dar clase en 1985 y, antes, "un profesor tenía más respeto del alumnado; la gente cree que solo tiene derechos y no obligaciones"

Paola Albaladejo

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La educación en España atraviesa una crisis sin precedentes ante la falta de relevo generacional en la docencia. 

En el programa 'Herrera en COPE', Alberto Herrera ha puesto cifras a un problema alarmante: faltan 45.000 profesores en los centros públicos, mientras la mitad de la plantilla actual supera los 50 años, abocando al sistema a una jubilación masiva inminente. El panorama se agrava con datos como que uno de cada cuatro profesores pierde una parte considerable de tiempo solo para poder iniciar la clase y cinco de cada diez se plantean dejar la profesión.

Lo peor fueron las clases

La pérdida de autoridad es una de las grandes lacras. 

Lo cuenta Paco Romero, profesor de matemáticas jubilado en Cuenca tras 40 años en la docencia. 

Su testimonio refleja un hostigamiento continuo que dinamita la convivencia. "Recibí desde el primer momento pruebas y faltas de respeto, desde escrituras en la pizarra, alumnos que iban a mi casa a tirar bolitas de papel", relata. Lo que empezó como "chiquilladas" escaló a insultos directos y un clima insostenible en el aula.

Varios estudiantes se dirigen a un aula en un instituto de Madrid

EFE

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Este desgaste emocional y psicológico tiene consecuencias directas en la salud de los docentes. Eduardo, profesor de inglés en secundaria y bachillerato, tuvo que darse de baja este año por ansiedad, insomnio y malestar debido al "maltrato" al que le sometieron sus alumnos. Las cifras generales confirman esta realidad: el 30% de los profesores sufre ruido y desorden de forma habitual y, aún más grave, uno de cada dos ha sufrido agresiones, la mayoría de carácter verbal.

Sueldos bajos y sobrecarga laboral

A la falta de disciplina se suman unas condiciones laborales poco atractivas. Marta, profesora de primaria de 31 años, enumera varios motivos por los que los jóvenes rechazan la profesión: "sueldos poco competitivos, la falta de respeto y de apoyo que hay en muchas de las aulas, las reformas constantes y la sobrecarga laboral y las formaciones continuas".

Una visión que comparte Samuel, profesor de matemáticas de 33 años, quien eligió la docencia por vocación familiar pero admite haber sacrificado "un mejor salario". Además, señala otro problema actual: la baja capacidad de concentración de los alumnos, acostumbrados a la inmediatez de las pantallas, lo que dificulta especialmente la enseñanza de materias como las matemáticas.

Plazas desiertas por exámenes fallidos

Paradójicamente, aunque hay aspirantes, muchas plazas quedan sin cubrir. En las últimas oposiciones, se presentaron 150.000 personas para 23.000 puestos, pero una de cada cuatro plazas quedó desierta. Laura, profesora de Física e Informática, cree que una de las causas es el exceso de convocatorias desde la pandemia. "Hemos ido con poco estudio, y por eso los resultados han sido malos, y directamente se han suspendido muchos exámenes", explica.

Por su parte, Alberto López, director de la academia de oposiciones Tecnoastubia, apunta a otro factor: la dureza en las correcciones. Según López, en el proceso de junio de 2024 hubo una "cantidad de invalidaciones muy alta, fundamentalmente por faltas ortográficas", dejando fuera a docentes "absolutamente brillantes" por un criterio que, en su opinión, fue aplicado con un rigor inédito.

Ismael Sanz, director del área de educación de Funcas, analiza varias soluciones que ya se están planteando o que se aplican en otros países. Entre ellas, destaca la propuesta de Madrid para que los profesores de matemáticas jubilados puedan volver a dar clase o la posibilidad de que alumnos de los últimos cursos de grado ejerzan sin el máster del profesorado, algo que ayudaría a paliar el déficit, sobre todo en asignaturas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), donde la competencia con la empresa privada es mayor.

Una profesora se encuentra al frente de un aula

Alamy Stock Photo

Una profesora se encuentra al frente de un aula

Otra vía es la figura del profesor experto, un profesional del sector privado que imparte clases de forma esporádica. Sanz también propone aprovechar el descenso de la natalidad para reducir la ratio de alumnos por aula, especialmente "en aquellos centros educativos con más problemas de disciplina". Finalmente, sugiere una medida que funciona en otros países: pagar más a los docentes que trabajan en centros de difícil desempeño, incentivando así que los profesores con más experiencia acudan a los lugares donde más se les necesita.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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