"El sanchismo ha sido una banda desde el principio y ahora está siendo desarticulada ante nuestros ojos atónitos"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos de este viernes 19 de junio

- 3 MIN

Qué tal, bienvenido si te incorporas a este Mediodía Cope. En la mañana de hoy, la Unidad Central Operativa ha lanzado un operativo para requerir documentación y pruebas en la sede del partido que aún gobierna España, y en concreto en el despacho del exsecretario de Organización, Santos Cerdán. 

El despliegue policial ordenado por el juez del Supremo ha alcanzado también a las oficinas de ADIF, la Dirección General de Carreteras y el Ministerio de Transportes: es decir los principales escenarios donde operó la trama de corrupción liderada por Santos Cerdán, Koldo García y el exministro José Luis Ábalos. 

El problema es que esa trama era la cúpula del propio partido. El problema es que esa trama controlaba el Gobierno central y tenía acceso a los contratos de los gobiernos autonómicos socialistas. El problema es que el sanchismo ha sido una banda desde el principio, y esa banda está siendo desarticulada ante nuestros ojos atónitos.

Los políticos clásicos solían predicar una jerarquía de intereses muy clara: primero el país, después el partido y por último el dirigente en cuestión. Los políticos populistas invierten el orden de estas prioridades: primero están ellos, después el partido y en tercer lugar piensan en los intereses del país. Y luego está Pedro Sánchez, para quien primero está él, después está él y en tercer lugar está él, aunque su partido y su país padezcan las consecuencias de su egoísmo. 

Esto ha sido así siempre: Pedro nunca ha tenido reparo en dividir al partido y al país con tal de satisfacer una ambición personal, un propósito individual de supervivencia política. La novedad es que ahora está dispuesto a atizar la división en la OTAN y en Europa con tal de atrincherarse en el poder.

Acosado por la corrupción, cuestionado por sus socios, desplomándose en las encuestas, Pedro se encerró hace más de 24 horas en el búnker de Moncloa para maquinar un plan de fuga. Y el plan que se le ha ocurrido es nada menos que desafiar frontalmente a la OTAN, advertir que España no piensa incrementar el gasto militar a 5% como pide la Alianza Atlántica. 

Hay que recordar que España, como otros países de la OTAN, se comprometió en 2014 a llegar a una inversión en Defensa del 2% del PIB: llevamos una década sin hacer los deberes, gorroneando la seguridad. Y con Trump eso se ha acabado, pero se habría acabado con otro presidente. Europa, con Alemania y Francia a la cabeza, se ha dado cuenta de que hay que ganar autonomía estratégica. Y eso cuesta dinero. Se puede negociar un calendario: lo que no se puede es mandar una carta desafiante de negativa total.

Pero Sánchez no está pensando en la seguridad del país sino en su seguridad personal. Y esa seguridad pasa por su permanencia en Moncloa. Y esa permanencia dependen de sus socios, la mayoría de los cuales son de extrema izquierda y separatistas: es decir, gente con ideologías más partidarias del Pacto de Varsovia que de la OTAN. 

Gente que se quedó varada del lado chungo del Muro de Berlín, por el que sienten nostalgia inconfesable. Y para ganarse a Esquerra, Sumar, Podemos, BNG y compañía, Pedro quiere presentarse como el líder del pacifismo mundial y enfrentarse al militarismo de Trump y de Rutte. Y de paso intenta cambiar el guion de la conversación pública, desviar por unas horas la atención de la corrupción que está inundando ya el búnker, con los registros de hoy.

Pero la maniobra no cuela. Ni los socios anti-OTAN se creen este movimiento a la desesperada. Y el precio que pagamos los españoles, en un momento de refundación del proyecto europeo amenazado por Putin, es muy alto. Y todo por el patológico atrincheramiento de Don Teflón.

Programas

Los últimos audios

Último boletín

02:00H | 22 JUN 2025 | BOLETÍN

Boletines COPE
Tracking