El cristianismo abarca todo lo humano, también la política
Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 2 de septiembre

La firma de José Luis Restán
Madrid - Publicado el
2 min lectura
Hace unos días el Papa recibió a un grupo de políticos católicos franceses. Ya es noticia que algunos políticos de la patria de la república laicista, que no sanamente laica, hayan querido recibir del Papa su aliento, su corrección y su ayuda para llevar a cabo su vocación. Lo primero que les dijo León XIV es útil para todos: “la salvación que Jesús logró mediante su muerte y resurrección abarca todas las dimensiones de la vida humana, incluyendo la cultura, la economía y el trabajo, la familia y el matrimonio, el respeto a la dignidad humana y a la vida, la salud, e incluso la comunicación, la educación y la política”. O sea, tiene que ver con todo. El cristianismo no es una devoción privada, “implica una forma de vivir en sociedad marcada por el amor a Dios y al prójimo, quien, en Cristo, ya no es un enemigo, sino un hermano”.
La caridad, que es un don de Dios que debemos acoger y alimentar, “se convierte en caridad social y política”. El Papa es consciente de la dificultad de encarnar esta caridad en el día a día en un contexto cultural a veces hostil a la tradición cristiana, donde los grandes valores compartidos son para muchos incomprensibles. Además, sabe que en la política existe la necesidad de pactar, de aceptar las limitaciones históricas, de estar dentro de agrupaciones como los partidos. Por eso observó que, para llevar a cabo esta tarea, los políticos católicos tienen que cuidar su relación personal con Cristo, que los ilumina y les da fuerza. No basta la adhesión a ciertos “valores”, es necesaria la relación con Aquel que es su autor.
El “único” consejo que les dio fue unirse cada vez más a Jesús, y dar testimonio de Él. “No existe el político por un lado y el cristiano por otro, les dijo León XIV, sino el político que, bajo la mirada de Dios y su conciencia, vive sus compromisos y responsabilidades cristianamente”. Esto, me parece a mí, implica jugársela en un campo donde las soluciones siempre son relativas y contingentes, permaneciendo arraigados en el cuerpo de la Iglesia y dejándose acompañar, corregir y estimular por ella.