Hoy comienza en Roma el X Encuentro Mundial de las Familias, una de tantas iniciativas nacidas de la intuición genial de San Juan Pablo II. En la convocatoria de este evento, el Papa Francisco ha dicho que “nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad, por el contrario, perjudica la madurez de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y pueblos”. Éste es un juicio de primera magnitud con el que deberían medirse los líderes europeos.

La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la vida ha recordado estas palabras del Papa y ha invitado a todas las realidades de la Iglesia en España a mostrar este sí a la familia que es también sí a la vida, en un amplio arco de situaciones: la tutela de la vida naciente, el apoyo social y político a la maternidad, la libertad de los padres y de las escuelas para educar, el fomento de los cuidados paliativos y de la libertad de conciencia, y la lucha contra la trata de personas o la explotación laboral. Y es que defender la vida tiene muchos frentes, ninguno debe ser olvidado.

En esa nota los obispos alientan a los católicos a utilizar todos los cauces democráticos para defender la vida: a nadie se le oculta que el próximo domingo al mediodía está convocada una manifestación en Madrid con el lema “Nos jugamos la vida”. Es verdad, nos estamos jugando lo que significa la vida y también los mimbres de una buena convivencia. Hay razones de peso para salir a la calle y decir al poder político que no debe imponer su ideología como fundamento de la ciudad común. Sin olvidar, como dicen los obispos, que es necesario buscar con creatividad nuevos modos de edificar la cultura de la vida en todas sus dimensiones, tarea que no se agota en una necesaria manifestación.