Inhumanidad
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 19 de noviembre

Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 19 de noviembre
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Inhumanidad e irracionalidad son las dos palabras que resaltan en el largo epígrafe que el presidente de la CEE, Luis Argüello, dedicó ayer al drama del aborto que, como él mismo dijo, las sociedades occidentales pretenden “esconder debajo de la alfombra”. Y es que atreverse a afirmar públicamente que el aborto es objetivamente inmoral, pues supone poner fin a la vida de una persona distinta de su madre y de su padre es arriesgarse a escuchar fuertes descalificaciones personales, sociales y políticas.
El presidente de la CEE se expuso ayer a todo eso, al poner de nuevo este drama ante los ojos de todos, sin vocerío y sin aspavientos, como lo que es: un desafío a nuestra humanidad, a su razón y a su libertad. Hemos llegado a un punto de extrema irracionalidad al poner la bioética al servicio de la “biopolítica”, denunció monseñor Argüello. Sucede que, en un mismo hospital, es posible que un grupo de médicos esté intentando salvar a un bebé de cinco meses y medio de gestación, mientras que otro grupo de médicos mata deliberadamente a un bebé de la misma edad en la habitación de al lado. Contra toda evidencia científica y contra toda razón, se niega al embrión su condición de “ser humano”, o se llega, como en el caso del filósofo Peter Singer, a reconocer que lo es, pero a negarle su dignidad.
Argüello señaló también que una perspectiva católica sobre el drama del aborto no puede quedarse en la mera afirmación de la defensa de la vida en el seno materno, sino que “ha de mirar a la madre, también al padre y a las circunstancias sociales y económicas que rodean el embarazo, la gestación y los primeros años de vida”. Porque católico significa tener en cuenta la totalidad. Y de ahí deriva el mensaje que lanzó a las mujeres embarazadas en dificultades: siempre encontrarán en la Iglesia una ayuda para afrontar su situación, preservando el gran bien de la vida que llevan en su seno.
El aborto responde a un terrible oscurecimiento de la conciencia personal y social, y es también un signo elocuente de la debilidad cultural y moral de nuestro sistema de convivencia.



