Rosa Ballester, catedrática de Historia de la Medicina: “Los niños que se utilizaron en las vacunas de la expedición Balmis eran expósitos, de muchos se pierde el rastro, aunque el rey dijo que había que cuidarlos”
La doctora explicaba en 'La Tarde' todos los pormenores de la Operación Balmis, de origen español, que abrió el camino de la vacunación universal y a la que debemos parte de nuestra sanidad

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30 de noviembre de 1803, una fecha marcada para la historia de nuestro país. No es para menos, porque es cuando parte Real Expedición Filantrópica de la Vacuna o también conocida como Expedición/Operación Balmis.
Por ponerte un poco en contexto, fue llevada a cabo por Francisco Javier Balmis, cirujano y médico militar de la corte de Carlos IV. El objetivo que tenía era claro: que la vacuna contra la viruela se universalizase. Tenía que llegar a todos los rincones de lo que entonces era España, y para ello era necesario cruzar el océano y llegar a América.
Inmunizar contra la viruela era, literalmente, una cuestión de vida o muerte, porque el virus, con su extrema letalidad, estaba matando a miles de niños. Tanto así lo hacía al otro lado del charco.
Para eso no solo se necesitaba tiempo, ya que duró hasta 1806, sino recursos. Para ello, el rey Carlos IV sufragó todos los gastos de la expedición, con el fin de que nadie muriera más por un virus que había acabado con la vida de su propia hija.
Aprobada la expedición y el objetivo, con un fin tan noble, la operación Balmis estaba lista para zarpar de Coruña. Lo hizo con una corbeta, un médico, una enfermera y 22 niños. Niños expósitos, huérfanos, de entre tres y nueve años.
Una expedición con visión global
Si bien la expedición estaba contemplada para curar e inmunizar frente a la viruela a los niños y gentes del Imperio Español, la operación se tornó internacional y global, salvando a miles de personas de morir y padecer la letalidad de la enfermedad.
Rosa Ballester es doctora en medicina, catedrática emérita de historia de la ciencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández y académica de número de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana. Ella explicaba en 'La Tarde' lo que supuso esta expedición que puso a España a la vanguardia.
“Es la primera misión sanitaria a nivel internacional en toda la historia. Por un lado, el problema de la viruela tenía unas tasas altísimas de mortalidad y de morbilidad. Era un problema social y un problema que no solo afectaba a las clases inferiores, sino que afectaba también a la realeza” explicaba.

Francisco Javier Balmis
Por un problema tal que afectaba a la realeza y a toda la ciudadanía, la expedición tenía visos de ser exitosa. Por eso mismo, puede considerarse al doctor Balmis como un visionario.
“Balmis es un hombre osado, un hombre que se atreve con todo, pero tiene una base detrás. Él se está carteando con los médicos de mayor nivel de la Academia de Ciencias Francesa o de la Royal Society. Él sabe lo que es. Un visionario, sí, en el sentido de convencer al rey, a los cirujanos de cámara” empezaba contando.
“Aquello era una empresa que no se podía. Fue un visionario, desde luego, pero con una base científica real. Es decir, él conoce la idea de la vacunación brazo a brazo, no es de él exactamente, pero él lo experimenta y él sabe que eso es bueno” confesaba la doctora.
El dilema ético de los niños
Lo cierto es que, a pesar de ser una expedición histórica y exitosa, presenta un dilema que hoy en día haría que la operación no se realizase. Y es el uso de niños como parte del experimento.
Algo que hoy en día sería impensable pero que, en la época, fue necesario. “El utilizar a niños desde el punto de vista, digamos, técnico, Balmis es uno de los que lo propone. Además son edades que nos dan escalofríos porque conocemos exactamente los nombres y apellidos de esos niños. Hay niños de 3 años, de 3 a 9 años” decía la doctora.
Contaba que se llevaba a niños de esta edad porque no habían padecido la enfermedad, y eran ideales para inocular la vacuna. Por cierto, que a los niños que se llevó eran expósitos, es decir, huérfanos.

Rosa Ballester
“Pensemos lo que era la sociedad europea y española del siglo XVII. Se empieza a valorar la vida del niño. Hay un sentimiento de compasión, pero bueno, pues su valor es escasísimo. Empieza a plantearse. Entonces, hoy sería impensable, pero claro” decía la doctora.
Sin embargo, ella misma advertía que el rey había mandado a los expedicionarios cuidar de los niños y que nos les pasase nada. “El rey sí que en los papeles dijo muy claro, a estos niños les dice a los virreyes, al virrey de Nuevo México o a la capitanía de Venezuela, todos les dice: "Hay que cuidarlos"”.
A pesar de ello, muchos de esos niños no tuvieron buen final. “De muchos de ellos no tenemos rastro. Sabemos que algunos fueron empleados como tal. Yo de hecho tengo un capítulo en un libro que editó el consorcio de investigaciones científicas que lo dedico a los niños que fueron los héroes, desde luego, de esta operación Balmis” sentenciaba.




