Cada día se tiene mayor información del virus de la covid-19. Lo último que se ha descubierto es el hecho de que tan solo 11 genes diferencian la reacción del cuerpo humano al SARS-COV-2. Con ellos se puede saber si el cuerpo humano responderá llegando a poder sufrir una neumonía o si se convierte en un simple resfriado. Esta es la principal conclusión que ha alcanzado un estudio del Laboratorio de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Universidad de Boston, y en ‘La Tarde’ se ha hablado sobre ello con Jorge Alcalde, divulgador científico.

A lo largo del tiempo que se lleva conviviendo con el virus, se han estudiado diferentes variables como la edad o las enfermedades previas que pudieran repercutir en la gravedad del covid-19. Este estudio, como explica Jorge Alcalde, ha descubierto que hay células en el sistema inmunitario, los macrófagos que "pueden ser claves para la decisión de nuestro cuerpo en la forma de reaccionar ante la infección del covid". Tienen diferentes tipologías: con funciones curativas, que devoran al agente externo; o reactivas creando una inflamación.

Según el informe, el tener una diversidad equilibrada de estas moléculas, hará que la reacción sea breve, asintomática o con pequeños síntomas, además los pulmones responderán mejor. Por el contrario si es desequilibrada,"la reacción va a ser más grave" y se producirá una reacción ‘hiperinmune’. Esto es, que reacciona exageradamente al virus haciendo que se "inflame, genere grandes problemas de respiración como la neumonía" y por desgracia, en determinadas ocasiones, la muerte.

Ese equilibrio está en un paquete de once genes. No todos los seres humanos lo tienen, como dice el experto y de los que depende cómo se distribuye la baraja de los macrófagos, llegando a tener, o bien más de unos que de otros, o bien es equilibrada. Para la distribución, "puede tener un componente hereditario o bien es un componente del azar".

Asimismo puede considerarse una buena noticia ya que nos permitiría saber con tiempo cómo se va a reaccionar al virus y protegerlo con tiempo. O incluso, quizás, desarrollar fármacos con esos genes que permitan pasar la enfermedad de forma leve en el futuro.