La foto: "Hay veces que queremos que los días vayan pronto y sin embargo avanzan como carricoches a pedales"

La foto de hoy es una foto antigua de un anden de metro en una ciudad de Estados Unidos. Los colores tienen poco brillo. Se baja al apeadero por una escalera estrecha iluminada con bombillas que parecen de cabaret. Amanece en el metro, amanece sin amanecer en una estación de metro en la que no se ve el sol. Entre las dos vías el espacio es estrecho, el techo lo sujetan vigas y columnas de hierro colado. A un lado, hay pasajeros a la espera de un tren. Al otro lado un convoy abandona la estación. Los vagones están pintados de azul y plata. Y el movimiento convierte el metal en algo etéreo como si entre el ruido se estuviera esfumando. Con los vagones que se van se va todo lo que está reflejado en sus ventanas: los tubos fluorescentes, los pasajeros que esperan, el tiempo, se va el día que amanece. Hay trenes, autobuses, metros que parecen llegar solo para marcharse. Hay veces que queremos que los días vayan pronto y sin embargo avanzan como carricoches a pedales. Esos días, las horas se mueven lentas como si no tuvieran nada dentro, como si fueran envases de tedio. Dos mujeres ven marcharse los vagones. Una de ellas es blanca. El aire que remueve el metro juega con la larga falda que viste. La otra mujer es negra. Y ha girado la cabeza buscando algo más que una despedida. Es martes. Y las dos mujeres, que han madrugado para hacer sus mandados, esperan que el día sea algo más que un pretexto para que llegue el miércoles.