Qué es el 'extra omnes', el momento que marcará el cónclave tras la muerte de Francisco: el protocolo que se seguirá
Mientras el cuerpo del Papa Francisco será velado en San Pedro, el Vaticano activa su engranaje más antiguo y solemne

Papa Francisco
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Con la muerte del Papa Francisco, se ha activado en el Vaticano una compleja maquinaria de siglos: el protocolo de la sede vacante, las congregaciones de cardenales y, próximamente, la celebración del cónclave. Todo está minuciosamente regulado, cargado de simbolismo y, sobre todo, teñido por la emoción de un momento histórico. En el programa La Tarde, el profesor Eduardo Baura, experto en Derecho Canónico y docente en la Universidad de la Santa Croce en Roma, desgranó en conversación con Pilar García Muñiz el alcance de estos días excepcionales para la Iglesia.
¿qué es la sede vacante?
“La sede vacante significa que la Cátedra de Pedro está sin titular”, explicó Baura. “Es el periodo entre la muerte de un Papa y la elección del siguiente. Nadie puede ejercer sus funciones hasta que haya nuevo Papa”. En este intervalo, la mayor parte de los cargos vaticanos —designados por el propio Francisco— han cesado.
Sólo permanecen tres figuras claves: el Cardenal Camarlengo, el Penitenciario Apostólico y el Cardenal Vicario de Roma. “El Camarlengo es ahora la cabeza visible de la administración eclesial. No puede tomar decisiones importantes, pero sí gestiona los aspectos prácticos: el calendario, los funerales, el cónclave…”, detalla Baura.

Imagen del Vaticano tras el fallecimiento del Papa Francisco
UN PROTOCOLO MILIMÉTRICO
Nada se deja al azar. “Es un momento extremadamente delicado. Sólo el Papa puede canonizar, por ejemplo, y por eso se ha suspendido la esperada canonización de Carlo Acutis”, lamentó el experto. Cada paso está previsto desde hace siglos. Desde las congregaciones generales —que reúnen a todos los cardenales, incluso los mayores de 80 años— hasta las congregaciones particulares, que acompañan al Camarlengo en decisiones concretas. “Las congregaciones generales permiten reflexionar sobre el estado de la Iglesia y definir el perfil del próximo Papa. Es una especie de precónclave”, afirma Baura.
uN FUNERAL DE PASTOR
Este sábado será el funeral del Papa Francisco. A las 10 de la mañana, en la Basílica de San Pedro, se espera la presencia de líderes mundiales y fieles de todo el mundo. El cuerpo del Pontífice se expondrá desde el miércoles en capilla ardiente, “dentro del ataúd, en el suelo, sin catafalco. Son pequeños gestos que Francisco quiso cambiar para mostrar que su funeral debía parecer el de un pastor, no el de un jefe de Estado”.
Incluso dejó instrucciones para su tumba: será enterrado en Santa María la Mayor, bajo tierra, con una lápida sencilla donde sólo se lea: “Franciscus”. “Fue una decisión muy suya”, confirma Baura, “y muy coherente con su pontificado, marcado por la sencillez y los gestos con mensaje”.
Uno de esos gestos que más impactaron al profesor fue ver a Francisco confesarse: “No era raro ver a un Papa confesar, pero nunca verlo arrodillado en el confesionario como penitente. Eso dice mucho de su estilo”.
el cónclave que viene
Según la normativa vigente, el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte del Papa. En este caso, probablemente entre el 5 y el 10 de mayo. “Es uno de los procedimientos más regulados en toda la Iglesia”, remarca Baura. Si los cardenales ya están en Roma, podrían incluso adelantarlo.
Un total de 135 cardenales electores se encerrarán en la Capilla Sixtina, tras la misa y la entrada solemne. “Todo está marcado: la fórmula del juramento, las votaciones —dos por la mañana y dos por la tarde— y el famoso ‘extra omnes’ que indica el inicio del cónclave”, describe el canonista.

Cónclave
SOBRE LOS "PAPABLES"
La gran pregunta que ya se desliza es: ¿quién será el próximo Papa? Baura se mantiene prudente: “De todos los dones que tengo, el de la profecía seguro que no. En Roma hay un dicho: ‘El que entra Papa, sale cardenal’. Hoy es aún más difícil predecir, porque hay muchos cardenales poco conocidos, de países donde antes apenas había presencia en el colegio cardenalicio”.
Para él, lo fundamental es que en estas congregaciones generales “se dibuje el perfil que la Iglesia necesita. Luego, que el Espíritu Santo haga su trabajo”. Con la muerte de Francisco, la Iglesia entra en una etapa de transición solemne, casi litúrgica. Todo está previsto, pero nada está vacío de significado. Y mientras Roma se llena de peregrinos, una oración se repite en los labios de muchos: que el próximo Papa esté, como Francisco, al servicio de los últimos.