"Si las administraciones se ponen a la tarea, dejan de pelearse y trabajan todos a una, tal vez sí se cumpla eso de que los incendios del verano se apagan efectivamente durante el invierno"

La comunicadora de 'La Tarde' analiza los planes que se están o se han puesto en marcha en otoño y en invierno para paliar los incendios

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Hemos aprendido algo del peor verano de incendios que ha sufrido nuestro país en los últimos años. Siempre se dice, y es verdad, que los incendios del verano se evitan, se empiezan a pagar durante el invierno en la limpieza y cuidado de los montes. Lo dicen las personas que trabajan precisamente en ellos. Pero pasó el terrible mes de agosto y los problemas siguen ahí. Escasez de plantillas en las brigadas forestales y la tradicional guerra de competencias entre el gobierno central y los gobiernos autonómicos.

Un ejemplo es lo que ocurre estos días en Galicia. Tras un verano que dejó 120,000 hectáreas arrasadas y una provincia Ourense devastada. Se está cumpliendo lo que varios alcaldes de la zona ya advirtieron en este programa que podía pasar cuando llegara el otoño. Con el cambio de estación han llegado las primeras lluvias. El agua arrastra toneladas de cenizas por las laderas de los montes. Ya no hay árboles que las detengan. Agua y ceniza mezclados, un chapapote que corre ladera abajo y atasca las conducciones de agua.

Un millar de vecinos de la comarca de Valdeorras sufre desde hace una semana cortes de agua. La ceniza acumulada contamina los ríos y tapona los cauces. Hay vecinos con casas próximas a las aguas que temen inundaciones. El alcalde de O Barco de Valdeorras, Aurentino Alonso, nos explicaba gráficamente que el Sil, el río que atraviesa a su localidad, baja estos días con el agua color chocolate. La Diputación ha instalado dos fuentes de agua potable porque la que sale del grifo no es apta para el consumo humano.

Los pueblos piden ayuda y no entienden que la Xunta y el gobierno central se tiren los trastos a la cabeza, que si las laderas son de competencia autonómica, que si la limpieza de cauces es del gobierno central, por una cosa o por otra, la casa sin barrer. Faltan manos, muchas manos para limpiar el monte.

Un pueblo como Vilamartín de Valdeorras, con 18 habitantes, tiene una brigada de obras con tres trabajadores. Su alcalde, Enrique Álvarez, cuenta hoy en el país que no es un capricho, que ellos no tienen capacidad y que necesitan ayuda para limpiar el monte.

En Arrua, de 4,000 habitantes, el Ayuntamiento reparte agua embotellada y ha habilitado el pabellón municipal para que la gente pueda ducharse. Su alcaldesa nos contaba que el fuego arrasó el 80% del término municipal. En el monte se cubre con paja terreno quemado, pero los pueblos de la comarca reclaman más ayuda, más gente limpiando.

Esto que te cuento que está pasando en Galicia, y otros problemas parecidos se extienden a Extremadura y Castilla y León, el triángulo afectado por el peor verano de incendios que se recuerda. Si las administraciones se ponen a la tarea, dejan de pelearse y trabajan todos a una, tal vez sí se cumpla eso de que los incendios del verano se apagan efectivamente durante el invierno.

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