El próximo día uno de diciembre el narcotraficante Pablo Escobar hubiera cumplido setenta y un años. Y los hubiera cumplido, probablemente, en una prisión de alta seguridad de Estados Unidos. Pero el líder del cartel de Medellín, al que sus hombres llamaban El Patrón, prefirió morir antes que ser detenido y extraditado a Norteamérica.

El todopoderoso Pablo Escobar, el séptimo hombre más rico del mundo (según la revista Forbes del año 1987), el Robin Hood para muchos colombianos de barrios humildes... aquel hombre, prefirió encontrar la muerte en el tejado de una humilde casa del barrio de Los Olivos, en Medellín. Ocurrió el 2 de diciembre de 1993. Tenía 44 años y un día.

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LOS ERRORES DE PABLO ESCOBAR

Pablo Escobar no robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Escobar cultivaba, procesaba y vendía cocaína para hacerse multimillonario. No le importó las miles de muertes que su droga provocó en Estados Unidos. Tampoco le importó las miles de personas que murieron por una orden suya. Desde políticos, jueces, periodistas, comandantes o simples agentes de la Policía Nacional de Colombia que desarrollaban su trabajo para llevar un sueldo a casa.

A Pablo Escobar no le tembló el pulso cuando ordenó saltar por los aires el vuelo 203 de Avianca, en el que viajaban ciento diez personas. Ni cuando ordenó colocar quinientos kilos de explosivos en un autobús, causando mil heridos y sesenta fallecidos. Tampoco le quitaba el sueño cada uno de los coches bomba que hacían explosión diariamente en Colombia durante los peores años de la guerra entre él, El Patrón de la droga, y el Gobierno colombiano.

Y, ni se inmutó cuando sus sicarios mataron, descuartizaron e incineraron a Gerardo Moncada y Fernando Galeano (dos traficantes con los que mantenía negocios) durante una visita que le hicieron a Escobar en la prisión, en La Catedral. No es de extrañar que El Patrón pasara sus últimos días solo y huyendo de todos los enemigos que se había creado.

LOS ÚLTIMOS MOMENTOS DE VIDA DE PABLO ESCOBAR

Permanecer escondido durante año y medio se hace complicado cuando casi todos tus sicarios están muertos o detenidos; cuando te persiguen los PEPE (Perseguidos por Pablo Escobar), la DEA y el Bloque de Búsqueda del coronel Martínez. Cuando tienes todo el patrimonio del mundo, pero ni tú ni tu familia tenéis comodidades ni la posibilidad de comer alimentos frescos. Cuando toda esa tensión se mantiene durante un año y medio... se empieza a cometer errores. Y Pablo Escobar, a raíz de su huída de La Catedral en julio de 1992, comenzó a tenerlos.

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“Los primeros cinco o seis meses desde que se fugó de la cárcel no teníamos nada de información” asegura en 'La Noche de Adolfo Arjona' el agente de la DEA Javier Peña. "Pero interceptamos la frecuencia de la llamada diaria que Pablo Escobar hacía a su hijo Juan Pablo sobre las cinco de la tarde. El ánimo del Bloque de Búsqueda cambió, todos estábamos excitados por estar cerca del final”, recuerda Peña durante su conversación desde su casa en Texas.

“Pablo estaba intentando entregarse otra vez, pero quería entregarse bajo las mismas condiciones que lo había hecho en junio de 1992. Es por eso que mantenía llamadas con su hijo Juan Pablo para explicarle todo”, asegura el agente de la DEA mientras recuerda que la persona que interceptó la conversación fue Hugo Martínez, el hijo del coronel Martínez que lideraba el Bloque de Búsqueda.

En ese momento rodearon la casa en el barrio de Los Olivos. “El sicario que acompañaba a Escobar comenzó a disparar, pero fue abatido por unos diez miembros del Bloque de Búsqueda. Al entrar en la casa encontraron a Pablo Escobar disparando y huyendo hacia el tejado. Hubo otro tiroteo en el que Escobar murió. Cuando llegaron al cuerpo localizaron las dos armas que estaba disparando. En ese momento uno de los chicos dijo por la radio: ¡Viva Colombia, Pabo Escobar está muerto¡”, relata el agente de la DEA Javier Peña en una entrevista concedida al programa 'La Noche de Adolfo Arjona'.

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