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Hablar del coronavirus es ahora mismo un cajón de sastre en el que encontramos de todo. Desde la situación diaria, a las restricciones, pasando por las protestas de la hostelería, las nuevas cepas, el daño económico e incluso, rizando el rizo la campaña electoral en Cataluña y la retahíla de personajes que han conseguido vacunarse sin que les tocase según el protocolo establecido. Dicho llanamente, que se han colado.

ADELANTAMIENTOS EN EL PROTOCOLO DE VACUNACIÓN

En esta última categoría tenemos de todo, desde alcaldes y concejales, a consejeros autonómicos e incluso altos mandos de la cúpula militar. Ahora bien, no todos los casos son iguales, ni se ha solventado de la misma manera. Los hay que se han enroscado en el sillón municipal y los hay que han decido asumir responsabilidades, entre ellos el que ha sido hasta ayer, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el general Miguel Ángel Villarroya. Ayer presentó su dimisión ante la ministra, Margarita Robles.

VACUNAS EN EL EJÉRCITO

Es evidente que en la cúpula del ejército se ha cometido un error que puede tener mucho que ver con la falta de información, o con su mala gestión. Ayer la ministra reconocía que desconocía el protocolo de vacunación de las Fuerzas Armadas y pedía informe para saber qué había pasado.

El general Villaroya asegura que se marcha con la “conciencia tranquila”. Puede que, efectivamente, el protocolo contemplara la vacunación de altos mandos en función de su edad.

Ser el Jefe del Estado Mayor no es cualquier cosa, es uno de los cargos más importantes en el cuadro de mando de nuestras Fuerzas Armadas y desde este punto de vista no resultaría descabellado que quien ostenta esta responsabilidad, se llame como se llame, pueda tener un acceso a la vacuna dentro de los planes del Ejército.

Pero ni siquiera este aspecto se ha clarificado y tampoco ayuda que haya todavía sanitarios militares sin recibir la vacuna que sí recibió el JEMAD. Algo no se hizo bien.

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El problema radica en que ha faltado claridad al principio y al final. Aquí ha chocado la discreción que el Ejército siempre ha tenido (y debe tener) con la imagen pública de su Jefe de Estado Mayor, que es uno de los rostros visibles de nuestras fuerzas armadas como servidor público.

CESE EN LA GUARDIA CIVIL

Y en medio de la polémica de los alcaldes, se ha metido todo en el mismo saco. Mucha gente, en medio del ruido, lo que ha visto es a un servidor público, otro más, aprovechándose de su cargo para colarse en la fila vacuna. A esto se ha sumado, que desde el ministerio de Interior, Grande Marlaska haya cesado a un mando de la Guardia Civil, un teniente coronel, que también fue vacunado dentro del Estado Mayor ya que ejercía las funciones de enlace.

Esta presión ha acabado en una dimisión casi anunciada para un militar de carrera que ha dedicado toda su vida al servicio público. La dimisión diferencia al general Villaroya del resto de alcaldes que siguen aferrados a su cargo.

Este general se va por la puerta de atrás y está claro que las cosas no se han hecho bien, pero igual que ha sido señalado por la vacuna también habría que recordar que ha sido la figura que ha liderado la Operación Balmis y la Operación Baluarte que suponen la impagable aportación de nuestras Fuerzas Armadas durante toda esta pandemia y que es de lo poco bueno en la gestión que se puede apuntar este Gobierno.

Que haya dimitido el JEMAD entraba dentro del guión, que el resto no dimita y sigan aferrados al sillón, casi que también.

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