Los niños de una guardería de Madrid salen al patio del recreo y ven a través del cristal a la persona que salvarán sin saberlo
La Linterna cuenta la historia de la Resiescuela, una iniciativa que surgió hace dos décadas en el municipio de Meco y que afecta a dos generaciones muy diferentes

Madrid - Publicado el
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Dicen que, a medida que nos hacemos mayores, de algún modo, regresamos a nuestra infancia. El niño tiene un mundo por descubrir, el anciano va olvidando lo aprendido, y la persona mayor anda con dificultad, el pequeño también.
El optimismo, el entusiasmo, la fuerza, tan propios de los primeros años de vida, van disminuyendo según envejecemos. Y estas dos etapas, tan opuestas en nuestro ciclo vital, se han encontrado en un proyecto, muy emotivo, que ha puesto en marcha 'La Residencia Bouco Meco' de Madrid, que ha creado La Resiescuela una combinación entre residencia y guardería donde niños de 1 y 2 años junto a personas mayores comparten talleres, juegos, cariño y, sobre todo, vida.
Un encuentro en una residencia de Madrid
Para conocer en qué consiste la Resiescuela tenemos que echar la vista atrás 22 años, cuando inauguraron al lado de la residencia una guardería para que los hijos de los trabajadores pudieran conciliar la vida familiar.

Mochilas de niños colgadas en un aula de guardería
Cristina Pérez, directora de la Residencia de Bouco Meco, explica que la escuela infantil, la zona de recreo, “pega a la sala de terapia ocupacional que es donde nosotros trabajamos con los mayores”. “Entonces empezaron mis compañeras a observar que cuando los niños salían al patio veían que interactuaban con los mayores a través de las ventanas, de las puertas, que tenían todas cristales”, relata en La Linterna.
Fue en ese momento cuando a los trabajadores se les ocurrió crear actividades conjuntas para los pequeños y los abuelos durante dos días a la semana, martes y jueves. “Tuvieron la idea de probar a ver qué tal funcionaban el hecho de juntarles para hacer actividades, para hacer talleres y vieron que tenían buenos resultados, que conseguían sacar de los mayores cosas que habitualmente no conseguíamos de otra forma con otras actividades”, relata Cristina.
Un éxito para pacientes de Alzheimer
La prueba fue un éxito: los mayores se sienten menos solos, recuperan la autoestima y aumenta la seguridad en sí mismos. Los residentes que participan en la iniciativa responden a un determinado perfil; no todos pueden jugar con los pequeños.

Ejemplo de interacción en la Resiescuela
“El perfil de mayores que nosotros escogimos para esta actividad, que son mayores con un deterioro moderado o grave, normalmente con Alzheimer, gente que se aísla en las habitaciones, que no quieren hacer actividades”, explica en COPE la directora de la residencia. “Es verdad que de esta forma conseguimos que participen y que se sientan un poco valorados e incluidos”.
Este “regreso a la infancia” no implica que a las personas mayores tengamos que tratarlas como niños. Es más bien, una demostración de cómo la edad afecta a nuestros recuerdos y comportamientos; condicionando las emociones que nos trasladan a la niñez. Cristina Pérez asegura a Expósito que “los niños respecto, a los mayores, les hacen sentirse útiles, válidos. Los mayores sienten que les protegen, que les ayudan, elaboran las tareas con ellos”.
Diariamente realizan actividades y juegos. A unos, ya con un avanzado deterioro cognitivo a causa del Alzheimer, les estimulan, a los otros, los más pequeños, son felices riendo y cantando con sus “amigos mayores”, que es como les llaman. “Es algo muy gratificante ver las caras de los mayores cuando ven a los niños, cuando les decimos que vamos a la escuela infantil a por ellos, cuando los niños salen corriendo, les abrazan, les agarran de la mano, vengan y te ayudan”, apunta la directora del centro. “En general el cómputo es muy gratificante”.
Resiescula: una experiencia positiva
Los juegos son de distinto tipo. Los que predominan son de estimulación cognitiva, de psicomotricidad; pero también hacen gimnasia. Mari Carmen, profesora de Educación Infantil de esta escuela, asegura en La Linterna que niños y mayores “se ayudan mutuamente en la transmisión de vínculos emocionales, que solo en este tipo de programas se lleva a cabo. Y también en el refuerzo de conocimientos a través de juegos sensoriales que por parte de los niños acaban de descubrir y los mayores vuelven a recordar”.
La Resiescuela es un lugar donde la sabiduría y la inocencia se encuentran, donde las risas de los niños se mezclan con las miradas, ya cansadas, de los ancianos. Un espacio donde la vida se celebra en todas sus etapas, donde la experiencia y la curiosidad comparten un aprendizaje sin límites.

Niños en una guardería
Testigo de todo esto es Elisa Reyes, hija de un residente: “La experiencia es muy positiva porque además favorecen los lazos y les da felicidad a los mayores”, explica en los micrófonos de COPE.
Los pequeños aprenden de los abuelos, y los mayores rejuvenecen con la energía y la alegría de sus compañeros de juegos y la conexión entre ambas generaciones es increíblemente intensa. Yago y Sofía, alumnos de la Resiescuela, relatan que “el paracaídas cuando leemos un cuento. Que me dan cosquillas en la mano. Afuera a jugar con los amigos mayores. Los quiero mucho. Me encanta lo de mis amigos mayores”.