Diego Garrocho: "Sin personas dispuestas a romper la inercia del rebaño, cualquier organización será siempre más pobre"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, defiende el disenso como clave para evitar el pensamiento único

Diego Garrocho, defiende el disenso como clave para evitar el pensamiento único
Madrid - Publicado el
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¿Cuál es el valor del disenso? Pues en los últimos tiempos, y tal vez como consecuencia de la crispación política, se ha puesto de moda hablar constantemente a favor del consenso. Sin embargo, hoy me gustaría romper una lanza en favor del disenso y de todas aquellas personas que se atreven a desafiar el sentido común o, sobre todo, la tendencia dominante de un grupo.
En el Congreso Federal del PSOE, la nueva ejecutiva fue aprobada por 300 votos a favor y solo uno en contra. Y sí, ya sabemos que Sánchez ha convertido al Partido Socialista en una especie de sindicato vertical, pero es que en el PP, Alberto Núñez Feijóo —no te rías, Ángel— fue refrendado como presidente con un 99,24 % de apoyo.
Hay quienes quieren que estas cifras reflejen unidad o incluso acuerdo, pero es posible que no sean más que el reflejo de cierto gregarismo político. En el ámbito de las organizaciones existe un principio conocido como la regla del décimo hombre: cuando nueve personas están de acuerdo, es fundamental que una se atreva a cuestionar ese consenso, al menos para poner a prueba nuestras propias certezas.
La filosofía surgió precisamente del disenso. Por eso, Platón, en sus diálogos, se servía de distintos personajes que representaban una oposición de pareceres u opiniones. Toda idea debe someterse a crítica, y hasta las instituciones más firmemente asentadas merecen ser cuestionadas, al menos de vez en cuando.
Por eso es tan valioso que, en un partido político, en la redacción de un periódico o incluso en una familia, haya personas dispuestas a levantar la mano y disentir de la opinión mayoritaria.
Recuerden Doce hombres sin piedad, aquella brillante película de Sidney Lumet, en la que un solo hombre fue capaz de inclinar, con sus dudas, el veredicto de un jurado popular. Esa resistencia autónoma, ese valor de sostener una posición contra lo esperado, posee —creo— una dignidad especial. Y esa dignidad, el otro día, en el Comité Federal del PSOE, la encarnó García-Page. Mientras todos se levantaban a aplaudir al líder, él se mantuvo firme. Y hay que tener mucho cuajo y mucho valor para decir: “yo no”. Porque, sin personas dispuestas a romper la inercia del rebaño, cualquier organización será siempre más pobre.