Diego Garrocho: "En español, de hecho, creo que nos faltan palabras para hablar del amor"
El profesor de Filosofía, Diego Garrocho, reflexiona sobre cómo los griegos distinguían diferentes formas de amor que el español resume en una sola palabra

Diego Garrocho reflexiona sobre cómo los griegos distinguían diferentes formas de amor
Madrid - Publicado el
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Pues mira, Ángel, hay pueblos que usan decenas de palabras para hablar de la nieve, por ejemplo. Otros, en cambio, apenas distinguen entre la escarcha y el hielo.
Con el amor nos pasa algo muy parecido. En español, de hecho, creo que nos faltan palabras para hablar del amor. Tiene poco sentido que digamos te quiero a la persona de la que estamos enamorados con el mismo verbo con el que decimos que queremos comer o que queremos irnos de vacaciones.
Los griegos, más prudentes o quizá más lúcidos, preferían distinguir lo que nosotros amontonamos bajo una sola palabra.
La primera forma de amor que nombraban era Eros. Ese es el amor que hoy reconoceríamos como el amor erótico. El amor vinculado al deseo sexual. Y no solo era un concepto o una palabra. Era también un dios. El mismo que los romanos llamaron Cupido y que imaginamos lanzando flechas entre los enamorados.
Otra palabra griega para hablar del amor era Filía. Este es un amor más cercano a la amistad, al afecto. De hecho, la palabra filosofía lleva esa raíz. Filía es amor, amistad, cariño. Y sofía es sabiduría. La filosofía, entonces, es el amor por la sabiduría. Y la filía es el amor que sentimos por los amigos, por nuestros iguales o incluso por nuestros conciudadanos.
Y hay otra forma de amor más compleja: Ágape. Normalmente se traduce como caridad. Pero es mucho más que eso. Este es el tipo de amor que se lee, por ejemplo, en las bodas. Cuando se elige la lectura de San Pablo en la primera carta a los Corintios. Esa que dice: si no tengo amor, no soy nada. Pues bien, ese amor no es el amor de pareja, ni el amor erótico, ni el de la amistad. Es una forma de afecto desinteresado. Una forma muy profunda que los romanos más tarde denominaron Cáritas.
Así que ya ves, Ángel, la próxima vez que alguien te diga que te quiere, pregúntale con qué forma de amor griego te ama. No vaya a ser que, como cantaba Sabina, nos hagamos ilusiones y que ese alguien solo nos quiera como se quiere a un gato.