La decisión de un argentino al ver un cartel de 'se alquila' en el centro de Madrid: el que cuelga ahora sorprende a todo el que entra

Marcos Gilligan, de 54 años y que trabajaba en la capital española en 2022, cuenta en La Linterna cómo un paseo por el retiro le dio una idea que acabaría cambiando su vida

Cartel de "Se alquila" en la fachada de un edificio
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Paco Delgado

Madrid - Publicado el

5 min lectura

El aroma de chocolate y churros que desprende una cafetería próxima al parque del Retiro, en Madrid, lleva directamente a una historia de solidaridad, la de Marcos Gilligan, un argentino que vive en Madrid y al que, desde hace tiempo, le rondaba una idea por la cabeza: quería dar un giro a su vida. No tenía claro exactamente en que dirección ni como iba a salir, pero inició un proyecto de vida, desde cero, y con un equipo de personas que, comparten una situación vital.

 Un argentino se cruza con un cartel de 'se alquila'  

Marcos Gilligan, argentino, de 54 años de edad, llevaba un día a día corriente. Acudía a su puesto de trabajo en una empresa de ventas, jugaba al rugby alguna tarde, viajaba cuando podía. Pero, en 2022, decidió dar un nuevo rumbo a su vida, como él mismo recuerda en los micrófonos de La Linterna.

“Surgió más por un impulso y una inquietud que tenía”, cuenta a Expósito. “Pasé, vi que se alquilaba un espacio en el local, que es en Castelló número 5, y decidí alquilarlo, y luego, como ya tenía una licencia de churrería, chocolatería, cafetería, pero la idea era simplemente poder dar una oportunidad de trabajo a personas refugiadas”.

Marcos Gilligan cuenta la historia de su negocio en redes sociales

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Marcos Gilligan cuenta la historia de su negocio en redes sociales

Confiesa en COPE que dejó de hacer lo que hacía “para hacer esto”. Dejó su puesto de trabajo, como el que deja un libro que no le gusta, y se lanzó a la incertidumbre de abrir un negocio a pie de calle, y lo hizo en el local que encontró.

 El negocio de Marcos  

Un local pequeñito, de apenas 20 metros cuadrados, cerca del Retiro. Todo con un objetivo inicial, darle un puesto de trabajo a personas refugiadas, el resto, vendría después. “El resto del plan, pues se irá cumpliendo poco a poco”, asegura. “En mi caso, como no hubo tanto de razonamiento detrás, luego se me hizo muy difícil mantenerlo como un negocio que fuera sostenible, de hecho, aún hoy no lo es y hace tres años que lo estoy sosteniendo, pero la recompensa humana es inmensa”.

Y es que Marcos creó una cafetería donde sólo trabajaban personas refugiadas. “Lo que he vivido con todas estas personas que son increíbles, ejemplos de superación, de resiliencia, de querer aprender y la forma en que están integradas es increíble”.

Y, ¿quienes son estas personas? Astú, una senegalesa que fue rescatada del mar cuando llegaba a España subida a bordo de una patera. Motásem, un palestino que salió de Gaza en busca de encontrar algún lugar desde el que enviar ayuda a su familia. Amparo, que dejó su país natal, Colombia, acosada por la extorsión de la guerrilla. María, una chica de Armenia que tuvo que abandonar su país por conflictos políticos o Liza, una joven de tan solo 18 años que ha llegado desde Ucrania.

El caso es que, por mucho que cada uno haya venido desde una parte diferente del mundo, Marcos Gilligan identifica un rasgo común en todos ellos. “La empatía que tienen en entender quizás y tolerar al otro, en eso es algo que he visto que todos tienen eso y por eso creo que se han hecho amigos, muy compañeros y luego las ganas de salir adelante, o sea ninguno se ha quedado de brazos cruzados”, añade.

 Una familia en Madrid  

Amparo, que trabaja en la cafetería desde hace casi dos años, y se encarga de recibir y atender a los clientes que llegan. “Yo me vine de mi país por circunstancias muy duras de la vida y de verdad que en la cafetería me han acogido muy bien, somos una familia, llego a ese entorno de trabajo, a socializar con las personas de diferentes países, para mí ha sido una experiencia muy bonita”, cuenta en los micrófonos de COPE.

Colas a la entrada de Socialty Coffee

@SocialtyCoffee

Colas a la entrada de Socialty Coffee

Amparo vivía con su familia en una zona rural de Cali, hasta que la guerrilla le obligó a cambiar de planes. Lo que le hizo pensar en España fue, curiosamente, la afición de su hijo: estudiaba en una escuela de tauromaquia y pensó que España sería un buen destino desde el que empezar de cero. “Decidimos hablar con la escuela y enviarlo para acá, para protegerlo y él se vino a una escuela y ya hicimos el proceso de refugiados para la protección internacional, para que nos protegieran acá en ese país y por eso escogimos venir acá”.

Y es que en todo este proceso ha jugado un papel esencial CEAR, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. De hecho, es la institución con la que se puso en contacto Marcos cuando estaba buscando empleados para la churrería. Y ahora trabajan en un mismo espacio personas de muchos países, hasta de cuatro continentes distintos.

 Un nuevo cartel  

Comentaba Motásem que son compañeros de trabajo y hablan, pues, de lo que hablan los compañeros de trabajo. Todos comparten historias de vida complicadas t todos han llegado a un país, España, que lo mejor que puede hacer es recibirles de la mejor manera posible. “Me encanta, no porque estoy en España, no porque yo vivo aquí, no, yo fui a Alemania y volví desde Alemania aquí a España porque me encanta la vida en España, me encanta la gente española”, relata.

'Specialty Coffee by Chirusa', en Castelló número 5, al ladito del Retiro, abrió en 2022 y, desde entonces, le ha buscado un método de reinserción a 12 personas refugiadas. Por eso, en el cartel que cuelga de su puerta se lee un mensaje de agradecimiento a quienes entran a pedir algo: “Gracias por fomentar la inclusión”. Nunca un chocolate con churros causó tanto impacto.

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