Este punto del mundo... el puente autopista de Tienditas entre Venezuela y Colombia se ha convertido en un símbolo. En una síntesis perfecta entre la miseria, la locura de una tiranía y el terror.

Cuatro cisternas atraviesan de lado a lado el puente de Tienditas. Cuatro cisternas azul cielo y naranjas para que se vean bien. Cuentan desde la orilla colombiana que están repletas de combustible... listas para ser explosionadas en cualquier momento.

Listas para crear una barrera de fuego que represente más todavía el régimen brutal que implantó Hugo Chávez y que han degenerado hasta el infinito Diosdado Cabello y su marioneta Nicolás Maduro.

Cisternas preparadas para mostrar al mundo hasta donde llega la locura de un sistema político que no entiende de supervivencia... ni de desesperación... que no comprende como millones de seres humanos se puede morir de hambre. Morir peor que mueren las ratas.

Si desde aquí donde estoy ahora lanzo una piedra le doy a un militante chavista. Las milicias se han distribuido a lo largo de este límite con Venezuela para que sus compatriotas venezolanos no puedan salir y para que el resto del mundo no pueda entrar.

Están armados hasta los dientes por el propio régimen y les da lo mismo que sus compatriotas se mueran uno a uno.

Ironías de la vida y de la muerte.

Hace calor en este puente de Tienditas. La cordillera de Los Andes mira hacia acá... al norte el lago de Maracaibo.

Que ironía y que vergüenza. Miles de toneladas esperando...