Narciso Michavila señala cuándo podría cambiar en España la edad de voto a los 16 años y por qué Cataluña es la clave
La Linterna analiza el efecto que puede tener en otros países la decisión de Reino Unido de ampliar dos años la edad mínima para votar en las elecciones generales

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Madrid - Publicado el
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La decisión del gobierno británico de ampliar el derecho al voto a los 16 años ha reabierto el debate en España sobre la conveniencia de seguir el mismo camino. Mientras el primer ministro laborista, Keir Starmer, defiende la medida como un refuerzo democrático, en nuestro país la discusión se enmarca en un contexto político y generacional muy distinto. El sociólogo y presidente de GAD3, Narciso Michavila, analizó en La Linterna las implicaciones de esta reforma y explicó por qué, en caso de producirse, Cataluña podría ser determinante.
Un cambio improbable en la legislatura actual
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Votar a los 16 años
Michavila fue contundente al afirmar que el gobierno de Pedro Sánchez no impulsará esta modificación: "Este gobierno ni de broma va a abrir ese melón. Si en España se adelantara la edad de voto a los 16 años, no lo hará en este momento un gobierno de izquierdas". La razón, según el experto, radica en el perfil ideológico de los jóvenes españoles, que ha experimentado un giro inédito en los últimos años.
Los datos del Instituto de la Juventud (2023) revelan que el 30% de los jóvenes entre 15 y 19 años se identifica con la derecha, frente a un 28% que se sitúa en la izquierda. "Tenemos la juventud más escorada a la derecha desde que hay registros", subrayó Michavila. Este fenómeno, unido a la baja participación histórica de los menores de 25 años, las últimas generales registraron el mínimo desde 2001, desincentiva cualquier intento de reforma por parte del Ejecutivo.
Cataluña, el factor decisivo
El sociólogo destacó un matiz territorial clave: "Si vas a Cataluña, los jóvenes están hablando más castellano que todos sus padres y abuelos. Y eso es un tema preocupante para los partidos nacionalistas". La erosión del voto soberanista entre las nuevas generaciones, sumada a su mayor conexión con discursos conservadores en temas como la lengua o la identidad, convertiría a esta comunidad en un termómetro político.
Michavila recordó que, en caso de plantearse la medida, el impacto real dependería del tipo de elección. En unas europeas, con circunscripción única, un millón de nuevos votantes jóvenes podrían alterar el resultado si se movilizan en bloque a través de redes sociales. Sin embargo, en elecciones generales o autonómicas, el efecto sería marginal.
¿Incoherencias en la mayoría de edad?
El debate sobre la madurez de los adolescentes también ocupó parte del análisis. Michavila criticó la "sociedad adolescente" que "roba la infancia" a los jóvenes: "A los 16 años podrán votar, pero no beber alcohol, conducir o entrar en una discoteca. ¿Y si son elegidos diputados con 17 años? ¿Podrán tomar una caña con sus compañeros?". Estas contradicciones, junto con la falta de consenso social, solo un 28% de los españoles apoya bajar la edad de voto, según CIS, refuerzan la inviabilidad de la reforma a corto plazo.
Además, el experto puso el foco en problemas más urgentes para la juventud, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral: "Mientras nuestros políticos debaten esto en lugar de sacar presupuestos, los jóvenes no podrán emanciparse".

Sobre electoral en Barcelona
Un espejo lejano: el caso británico
La medida impulsada por Starmer ha sido tachada de "electoralista" por los conservadores británicos, que alegan que beneficiará al laborismo. Sin embargo, Michavila relativizó su impacto: "El volumen de jóvenes de 16 y 17 años es solo un 3% del electorado, y muchos ni siquiera votan". Además, destacó que el verdadero avance en el Reino Unido no es bajar la edad, sino modernizar un sistema obsoleto: "Allí no hay censo automático ni DNI. En las últimas elecciones, 750.000 personas no pudieron votar por falta de identificación".
España, donde el voto joven ya es posible en elecciones municipales de algunas comunidades (como Galicia), la discusión parece condenada al estancamiento. Como resumió Michavila: "Este gobierno no quiere arriesgarse, y la derecha no lo necesita. La clave está en Cataluña, pero hoy por hoy, es un brindis al sol".